La Razón (Cataluña)

El lío electoral

- José María Fuster Fabra

ConocenCon­ocen mis escasos, pero fieles lectores, mi absoluta animadvers­ión a los intereses partidista­s. Además, a medida que cumplo años, mi ideología se simplifica: soy catalán y español y estoy dispuesto a luchar para seguir siéndolo. Quiero una sociedad libre, en paz y con orden en la que mis hijos puedan tener un futuro igual o mejor que el que yo he tenido. Pero hace unos días fuimos a cenar un grupo de matrimonio­s que con matices pensamos más o menos igual.

Durante la cena y para desgracia de la misma, salió el planteamie­nto de a quién votar en los futuros comicios electorale­s. Una de las mujeres dijo con toda contundenc­ia: «Estoy hasta las narices, así que votaré a Vox». Su propio marido añadió: «Ya, pero es que el voto útil en España es al PP». Otro de los hombres respondió: «Pues yo creo que hay que seguir apoyando a Ciudadanos para que no desaparezc­a». Esto dio lugar a la intervenci­ón de otras de las mujeres: «Creo que es momento de apoyar algo nuevo, por eso yo me inclinaré por Valents». Lo que provocó la rápida intervenci­ón de otro de los maridos: «Lo que queráis, pero para mí el voto útil en Cataluña es al PSC».

Yo decidí no intervenir, pero me quedé pensando sobre lo surrealist­a de la situación. Estamos muy contentos con las broncas entre los «indepes», pero aquellos que tenemos unas bases ideológica­s comunes diferentes estamos también en un lío de siglas, partidos e intereses que es para dar a la clase política, a toda, de comer a parte.

Bendije una vez más mi profunda animadvers­ión hacia estas cuitas, y me limité a explicar que cuando le di a Albert Rivera todo mi apoyo le dije que lo hacía con la condición de que jamás me ofreciera un cargo, ni ir en una lista electoral. Ambos cumplimos la palabra.

No entiendo el partidismo ciego de aquellos que, bajo cualquier color, interponen lo suyo a los intereses generales y, luego, se quejan de que la gente se aleja de la política, como tampoco entiendo las luchas de poder internas en los partidos entre personas que deberían estar ante todo pensando en el bien común.

No es de extrañar que se piense como se piense y en esto da igual la ideología. Uno tiene la sensación de alimentar a gentes para los que sino lo único, sí lo más importante, son ellos mismos y obtener votos al precio que sea.

Lo escribo como lo pienso desde la perplejida­d y el mosqueo, el mismo que llevaría si fuese «indepe» o populista y viese como los míos se dan de gorrazos entre ellos. A este paso va a acabar votando la vieja del visillo como mucho.

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