El centenario de Tutankhamón
El 4 de noviembre de 1922 el arqueólogo Howard Carter descubría, por fin, la ansiada tumba del faraón niño, tras años de fracasos y sinsabores. Qué lección más importante para nuestra juventud (cuando se queja de las dificultades que encuentran en su vida): el empeño -y la fe en uno mismoque mismoque este arqueólogo inglés se impuso ante lo que parecía un imposible. A este propósito, se ha reeditado el libro «Tutankhamón. Howard Carter en España. El duque de Alba y las conferencias del egiptólogo en Madrid», por la editorial Almuzara, con prólogo de Zahi Hawass. A mí me introdujeron en este maravilloso mundo de la egiptología mi admirado Javier Sierra, Jean-Paul Bauvard y el «egiptoloco» más genial de este mundo que es Nacho Ares.
A partir de ellos, todo lo que cae en mis manos sobre esta extraordinaria civilización lo devoro, como he hecho con este ameno e instructivo libro. Es una obra que rinde dos merecidísimos homenajes: a Howard Carter, por su fe inquebrantable en que algo muy grande iba a descubrir. Pero también es un homenaje a Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, abuelo del actual duque de Alba, y una persona clave para que la «egiptomanía» se asentara en España en los años veinte del siglo pasado de la mano del entonces arqueólogo más famoso e importante de su época. Fue un auténtico acontecimiento cultural el hecho de que viniera a España Carter y el revuelo se reflejó en la abundante información gráfica de la mayor parte de los periódicos de entonces. Mucho debe España a los Alba. Y el más inglés de los duques de esta señorial Casa dio muestras de una generosidad inconmensurable al traer a este arqueólogo para que, solo dos años después del descubrimiento, viniera a España su descubridor para contarlo de primera mano.