La Razón (Cataluña)

Volver a empezar cuando el objetivo era la jubilación

► El sábado ganó el campeonato de Europa del peso pluma en Londres ante el británico Jordan Gill. Ahora quiere volver a ser campeón del mundo

- Domingo García. MADRID

Kiko Martínez decidió volver a empezar cuando en su cabeza ya rondaba la decisión de retirarse del boxeo. En marzo cumplió los 36 y peleó por el Mundial contra el británico Josh Warrington y la decisión de los jueces de quitarle el cinturón de campeón del mundo le hizo continuar. Tiene una cuenta pendiente con Warrington y con el boxeo y ya ha dado los primeros pasos para empezar a cobrársela.

El sábado por la noche se proclamó campeón de Europa del peso pluma al derrotar al británico Jordan Gill en su terreno. El combate se disputaba en Londres y Gill era el campeón vigente, pero no eran argumentos suficiente­s para detener a Kiko, un boxeador que ya ha sido seis veces campeón de Europa y cuatro del mundo.

Kiko se impuso por KO en el cuarto asalto, después de mandar a la lona cuatro veces a su rival. El británico era el campeón vigente, pero poco pudo hacer ante el dominio del cuadriláte­ro y de los puños del boxeador español.

Kiko vuelve a ser campeón de Europa cuatro años y tres días después de haber ganado el título continenta­l por última vez. Fue ante otro español, Marc Vidal, y en el polideport­ivo Fernando

Martín de Fuenlabrad­a. Una rareza en la carrera de Kiko, que se ha acostumbra­do a pelear fuera de casa para ganar sus títulos. Reino Unido, Estados Unidos y Japón son algunos de los escenarios en los que ha conseguido el cinturón. También en Elche, su ciudad, aunque él naciera en la provincia de Granada.

Nada cambia para él cuando tiene que pelear fuera. El otra vez campeón de Europa admite que es capaz de disfrutar del proceso, del entrenamie­nto antes de disputar un gran título. «La gente bebe cuando gana, bebe cuando sale, bebe cuando pierde. Yo, gane o pierda me cuido, entreno de lunes a lunes y sigo con la misma esperanza del primer día», explicaba después de ganar el cinturón de campeón continenta­l en Londres.

Para él, la preparació­n de un combate empieza cuando termina el anterior. Ha vivido en los últimos años como un monje, encerrado durante mucho tiempo, todos los meses que necesita para preparar un combate. Ha

limitado sus contactos exteriores al máximo. No sale y se relaciona solo con su mujer y con sus hijas. Duerme solo. Precaucion­es necesarias para él en estos tiempos pandémicos o pospandémi­cos.

No quiere arriesgar. Es consciente de que su carrera no será mucho más larga y su objetivo es cobrar una buena bolsa para que el futuro de sus hijas sea mucho más cómodo que su pasado.

«Todos los días a las 9 estoy en la cama y llevo ocho semanas sin juntarme con nadie. No veo a nadie, solo a mis hijas, las llevo al cole y me vuelvo a mi casa. Hago lo justo en la calle, voy a comprar y poco más. No tengo ocio, no tengovacac­iones,notengonad­a», decía en una entrevista en LA RAZÓN antes de su última pelea con Warrington por el Mundial. «No conozco un campamento suave», añadía.

Tampoco lo serán los siguientes hasta que pueda volver a pelear por el Mundial. Warrington es su objetivo. La pelea que le permitiría retirarse tranquilo. La revancha para ser feliz.

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