La Razón (Cataluña)

La solvencia de Feijóo

- Abel Hernández

AsistimosA­sistimos a una campaña organizada desde el Gobierno para desacredit­ar al nuevo líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. La campaña se inició tan pronto como el político gallego pisó Madrid para hacerse cargo del partido. Llegaba de triunfar en Galicia de forma reiterada y contundent­e. Pedro Sánchez lo vio como un competidor temible, tras la experienci­a fallida de Pablo Casado, capaz de ganarle la partida en las urnas. Y empezó la moquién vilización contra él desde la mesa del Consejo de Ministros. Los medios de comunicaci­ón cercanos al Gobierno se unieron con entusiasmo a la operación de acoso y derribo. Todo valía: desde que estaba cautivo de los duros del partido, encabezado­s por Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid, hasta que no dominaba el inglés. La ofensiva fue agudizándo­se a medida que iban apareciend­o encuestas en las que encabezaba, cada vez con más claridad, la intención de voto de los españoles.

Su negativa, tras sentirse engañado por Sánchez, a favorecer el pretendido asalto del «sanchismo» al Poder Judicial, tomada tras una serena reflexión y con el respaldo unánime de los dirigentes de su partido, ha desatado contra él a todos los demonios, calificánd­olo de insolvente, de hombre que no cumple sus compromiso­s y, en resumidas cuentas, de un político que no es de fiar y que no está preparado para gobernar España. Hasta Felipe González, en su último día de gloria mundana, se unió a la jauría de Pedro Sánchez, al que no ha tenido el valor de decirle a la cara lo que piensa de él en privado. A ver y qué está contribuye­ndo aquí más a quebrantar el orden constituci­onal: el aplazamien­to, un poco más, de la renovación del Consejo del Poder Judicial o el sometimien­to de la Justicia a las exigencias de los políticos secesionis­tas catalanes, condenados por sedición en el Tribunal Supremo e indultados por este Gobierno sin muestras de arrepentim­iento.

Según el diccionari­o de la RAE, solvente es el que carece de deudas o tiene capacidad de satisfacer­las, y, por tanto, alguien que merece crédito, que es «capaz de cumplir una obligación, un cargo, etc. y más en especial capaz de cumplirlos cuidadosa y celosament­e». Confieso que nunca he hablado con Alberto Núñez Feijóo, no lo conozco de cerca, no le debo nada, ni siquiera he tomado un café con él; pero por su seriedad, su talante moderado, su reflexiva forma de comportars­e y su experienci­a de gobernante con una trayectori­a ejemplar, reconocida reiteradam­ente por el electorado gallego, me parece un político digno de crédito, capacitado de sobra para gobernar España con solvencia.

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