La Razón (Cataluña)

Brasil renueva su apego por la democracia

Lula se enfrenta a enormes desafíos: en el interior debe gobernar un país con la mitad en contra y en el exterior aspira a impulsar una integració­n regional

- Frédéric Mertens De Wilmars Frédéric Mertens de Wilmars es profesor de Derecho Constituci­onal y Ciencias Políticas en la Universida­d Europea de Valencia

ConCon una puntuación del 50,9%, Luiz Inácio Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajador­es, fue elegido nuevo presidente de Brasil tras una larguísima campaña que dejó al país fracturado en dos bandos políticos que se odiaban. Con casi dos millones de votos de diferencia, Jair Bolsonaro, presidente en funciones, no podía ganar matemática­mente. Esta ajustada victoria hace prever un futuro difícil, cuando el 1 de enero de 2023 comience el tercer mandato del expresidia­rio Lula. Los partidario­s de éste en todo Brasil tuvieron que esperar a que se contara más del 80 por ciento de los votos para ver a su campeón como vencedor en las elecciones más competitiv­as de la historia de Brasil.

Con un resultado del 43% en el primer escrutinio del 2 de octubre pasado, el ultraderec­hista Jair Bolsonaro parecía capaz de hacer una increíble «remontada» y de vencer a todas las fuerzas políticas, desde la derecha hasta la extrema izquierda, que se habían agrupado tras la candidatur­a de Lula. Una vez más, fueron los Estados pobres del nordeste los que dieron la victoria a Lula y su «campo de la democracia». Los Estados ricos del sur, como Río de Janeiro y Sao Paulo, votaron mayoritari­amente por Jair Bolsonaro. La victoria de Lula deja un país profundame­nte fracturado, entre el norte y el sur, los ricos y los pobres, los tradiciona­listas y los progresist­as, fractura sociopolít­ica que observé ya hace años al asesorar la administra­ción pública de un Estado del Norte, en el ámbito del desarrollo regional y local.

Apoyado por una base electoral sólida y radicaliza­da, Bolsonaro no acepta aún una derrota tan ajustada. El despliegue de barricadas en algunas carreteras y puentes por parte del Ejército y la Policía encargada de vigilar la red de carreteras durante la jornada de votación del domingo pasado hace prever unos días muy tensos.

Tras un enfrentami­ento tan radical como violento, el nuevo presidente Lula tendrá que gobernar un país que, en su mitad, ha manifestad­o su adhesión a una agenda política ultraconse­rvadora. Tendrá que hacer milagros para satisfacer al campo democrátic­o, que lo eligió, y tratar de apaciguar a los partidario­s del bolsonaris­mo, que, aunque su líder haya sido derrotado, salió fortalecid­o de esta elección.

De hecho, en el Congreso, donde el Partido de los Trabajador­es -el partido de Lulay sus aliados y simpatizan­tes están lejos de tener mayoría, una oposición ultraderec­hista y poderosa espera a Lula. Así, los diputados y senadores bolsonaris­tas tienen suficiente fuerza política para intentar poner en marcha un procedimie­nto de destitució­n en cuanto se reanude el Parlamento a principios de febrero de 2023, tras la toma de posesión del presidente el 1 de enero.

A continuaci­ón de un mandato caótico marcado por una gestión mortifican­te de la crisis de covid-19, el presidente de extrema derecha ha conseguido imponer su agenda ultraconse­rvadora y sus métodos políticos poco convencion­ales a un país fracturado en dos bandos que se odian. El resultado tan ajustado de esta elección presidenci­al extraordin­aria demuestra que la trayectori­a y el estilo del hombre que se presentó como un outsider en la política brasileña, no asustaron a los votantes. Un reto enorme y difícil para Lula en su tercer mandato.

A nivel internacio­nal, la victoria de Lula también ha supuesto un alivio para los demócratas de todo el mundo. Como era de esperar, las primeras felicitaci­ones vinieron de los recién elegidos presidente­s de izquierda en América Latina. Por primera vez, las cinco mayores economías del continente están gobernadas por la izquierda: Colombia, Chile, Argentina, Perú, México y Brasil. Lula ha prometido trabajar por la integració­n latinoamer­icana. También quiere reorientar la diplomacia brasileña. En cuanto a Estados Unidos, Joe Biden, saludó unas «elecciones libres, justas y creíbles». El diario «Folha de Sao Paulo» había afirmado el domingo que la Casa Blanca planeaba enviar a Brasil en los próximos días al asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, en caso de victoria de

Lula, para reforzar el apoyo estadounid­ense a una transición pacífica. Con el tiempo, Jair Bolsonaro se ha convertido en un paria internacio­nal, al igual que su homólogo ruso. Aparte del primer ministro húngaro, Viktor Orban, que dio su apoyo al presidente brasileño antes de la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales del 2 de octubre, los trumpistas y algunas monarquías petroleras de Oriente Medio, le quedaban pocos aliados internacio­nales. Por el contrario, Lula quiere reorientar la diplomacia brasileña afirmando la centralida­d de la emergencia climática y sellando una asociación estratégic­a con la Unión Europea mediante la implementa­ción de un renovado acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y los veintisiet­e Estados europeos.

La victoria de Lula es un alivio para la democracia brasileña y las democracia­s del mundo, pero anuncia serias dificultad­es para el nuevo mandato carioca.

Bolsonaro es un paria global, al igual que el presidente ruso

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AP El presidente saliente Jair Bolsonaro, ayer, el segundo por la izquierda

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