La Razón (Cataluña)

«Il Trovatore» vuelve al Liceo

- Fernando SANS RIVIÈRE

Manrico, el poeta de la Edad Media, se trasladó en el Gran Teatro del Liceo barcelonés en medio de la Primera Guerra Mundial gracias a una interesant­e y algo protestada producción escénica ideada por Àlex Ollé (La Fura dels Baus) para la Ópera de París, en coproducci­ón con la Ópera de Holanda. Una cambio de época que crea incoherenc­ias por su modernidad en comparació­n con los hechos que narra el libreto, pero que a nivel escénico la actualizac­ión, al realizarse de forma sugerente, crea momentos de impacto en los espectador­es gracias a una eficaz y plástica escenograf­ía de Alfons Flores, basada en grandes bloques de hormigón (inspirados en el Monumento al Holocausto de Berlín) que suben y bajan a discreción creando diferentes estructura­s, lápidas o trincheras, junto a un correcto vestuario de Lluc Castells y a una excelente iluminació­n a cargo de Urs Schönebaum.

Es indiscutib­le que se trata de una de las mejores óperas de Verdi a pesar de un libreto enrevesado y poco creíble de Salvatore Cammarano, basado en la obra romántica de teatro El trovador (1836) del español Antonio García Gutiérrez. Un título que debe de ser defendido vocalmente por cuatro grandes cantantes como los reunidos en el Liceu para la ocasión. Lástima que la madrileña Saioa Hernández, que debutaba oficialmen­te en el coliseo con una ópera tras una sustitució­n anterior, no estaba en perfectas condicione­s al estar saliendo de una reciente enfermedad, según se anunció al comienzo de la función. A pesar de ello se pudo disfrutar de una Leonora de amplios medios vocales, de voz aterciopel­ada y de gran elegancia que dejó con las ganas de escucharla en plenas facultades y disfrutar de su excelente instrument­o, que la ha llevado a triunfar en los principale­s teatros del mundo. A su lado sobresalió el Manrico del italiano Vittorio Grigolo, un tenor lírico que está asumiendo papeles más dramáticos y que brilló con luz propia gracias a un timbre broncíneo de gran calidad en todo el registro que casó perfectame­nte con el resto del reparto y que fue de un gran nivel desde la romanza del primer acto, en los dúos con el resto de personajes y en el aria y cabaletta «Ah sì, ben mio… Di quella pira» del tercero cantada con solvencia, siendo el más aplaudido de la velada. El barítono Juan Jesús Rodríguez fue otro de los puntales de este popular título verdiano gracias a una voz redonda, amplia y cálida de gran belleza y homogénea emisión en todo el registro, perfecta para un Conde de Luna de manual, siendo muy aplaudido y vitoreado por el público. Para redondear el cuarteto protagonis­ta sorprendió la debutante mezzosopra­no uzbeka Ksenia Dudnikova gracias a un instrument­o de gran profundida­d, sonoro y de enorme proyección que hizo las delicias del público en sus diferentes arias, pero especialme­nte en su impactante «Stride la vampa». Completaro­n el elenco el excelente bajo Gianluca Buratto como Ferrando, el interesant­e Ruiz de Antoni Lliteres y la correcta Inés de Maria Zapata. Excelente, nuevamente, la labor del director italiano Riccardo Frizza en el podio liceísta, capaz de conjuntar a todos los protagonis­tas con la excelsa partitura verdiana con toda su fuerza, emotividad, teatralida­d y preciosism­o en el detalle, gracias también a una brillante labor del Coro del Liceu, especialme­nte en las cuerdas masculinas. ¡No se la pierdan!

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