La Razón (Cataluña)

América vira a la izquierda radical

- Francisco Marhuenda

LaLa izquierda política y mediática española celebró este lunes un auténtico festival de la desinforma­ción aprovechan­do la ajustada victoria de Lula en Brasil. En algún momento pensé que era el nuevo mesías. Los brasileños habían elegido entre Dios y el diablo, porque Bolsonaro reúne en su seno toda la maldad humana. No hay duda de que Dante, si hubiera leído o escuchado los desaforado­s panegírico­s lulistas, lo hubiera convertido en el señor del Infierno de su genial «Divina Comedia». Uno es un izquierdis­ta moderado dispuesto a acabar con la pobreza en su país, mientras que el actual presidente es un ultraderec­hista que ha gobernado pensando en los ricos, con el objetivo de armar a sus seguidores, destruir el Amazonas, dividir a los brasileños… En definitiva, una larga lista de crímenes que le hacen acreedor, efectivame­nte, de acabar en el averno. Los periodista­s españoles abusan tanto del término fascista y ultraderec­hista que ha dejado de ser efectivo. Es la consigna que daba el Kremlin, en tiempos de la URSS, para que sus abyectos seguidores descalific­aran a los adversario­s en las democracia­s occidental­es. Esta estrategia ha llegado hasta nuestros días y es utilizada por el fracasado telepredic­ador Pablo Iglesias y sus escasos creyentes.

Los socialista­s también utilizan el ultraderec­hismo, aunque de forma irregular, así como sacar a pasear a Franco y el franquismo, que nunca fue un cuerpo ideológico, sino un término que utilizamos los historiado­res para definir ese período, para arremeter contra los rivales. El estilo propagandí­stico de los comunistas ha dejado una huella indeleble, aunque inconsiste­nte ideológica­mente. El resultado de Lula es un desastre para Brasil, porque muestra una sociedad partida en dos. Hubiera preferido, a pesar del rechazo que me causa este demagogo y populista, que hubiera tenido una mayoría más amplia. Es curioso que un país tan grande e importante esté formado por ignorantes que votan a un peligroso ultraderec­hista. Hay que agradecer que sus forofos defensores españoles no hayan alcanzado el ridículo máximo definiendo a Lula como un centrista. La mayor parte del continente americano, desde Río Bravo hasta la Tierra de Fuego, está gobernada por una izquierda populista e intervenci­onista que está más cerca del comunismo que de la socialdemo­cracia, a pesar de la satisfacci­ón de Sánchez por la extensión del color rojo.

«El resultado de Lula es un desastre para Brasil, porque muestra a una sociedad partida en dos»

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