Un homenaje raquítico
ParaPara muchos medios, el acto de celebración del cuadragésimo aniversario de la victoria socialista de 1982 terminó siendo el de la ausencia de Alfonso Guerra.
Nada es estático, las circunstanciascambian y con ellas todo adopta una versión diferente. El problema se produce cuando la transformación es de tal magnitud que se produce una modificaciónsustantivad el objeto. Eso es lo que le ha ocurrido al PSOE. Guerra ha afirmado que «el PSOE es otro partido» y, ciertamente, lo es.
Sánchez encarna esa nueva sustancia, pero no es el único responsable de haber llegado hasta aquí. Desde hace tiempo, la organización socialista ha dejado de ser un instrumento al servicio de un proyecto político para convertirse en otro al servicio de quien sencillamente quiere el poder. La consecuencia ha sido desembocaren nuevasmodalidades de populismo. A partir de ahí, en los dos PSOE chocan modelos enfrentados, que por su naturaleza, son incompatibles entre sí. Por ejemplo, la reforma del delito des edición no responde aun plan de modificación de la estructura del Estado, sino a la necesidad de mantenerse en el poder sumando los escaños de ERC.
Sin embargo, la reforma viene a ratificar el relato del independentismocatalán y, por tanto, da carta de naturaleza y credibilidad a sus líderes, incluido Puigdemont. Es decir, que si Sánchez se pudiese mantener en el poder sin necesidad del apoyo de ERC y las encuestas le fueran favorables, no cabe duda de que la reforma del código no estaría en la agenda. Lo mismo se podría argumentar de la subida de sueldo a los más de dos millones de funcionarios.
En Sevilla, no se produjo una reconciliación con el pasado del partido. Fue una conmemoración pensada desde una visión política muy raquítica en la que, además de Guerra, estuvo ausente el otro PSOE.