La Razón (Cataluña)

Netanyahu acaricia su regreso al poder, según los sondeos a pie de urna

► El ex «premier» israelí sumaría con los ultraortod­oxos y Sionismo Religioso mayoría en el nuevo Parlamento israelí

- Ofer Laszewicki. TEL AVIV

De confirmars­e la foto final de las encuestas a pie de urna, las quintas elecciones de Israel supondrán el retorno del «Rey Bibi». A falta del recuento final, el Likud de Beniamin Netanyahu sumaría 30 escaños y junto al Sionismo Religioso y los dos partidos ultraortod­oxos, lograría sumar 62, uno más de los requeridos para armar coalición. Su rival, el centrista Yair Lapid, se quedaría con 22 escaños, y su bloque sumaría 54.

Una de las incógnitas de la jornada electoral era comprobar si la fatiga mermaría la participac­ión. Pasadas las dos de la tarde, un 38,9% del electorado ya acudió a las urnas, en el porcentaje más alto registrado desde 1999.

Ante unos sondeos que nuevamente apuntaban un empate técnico entre los bloques de derecha y centroizqu­ierda, la pelea de los partidos se centró en los votantes indecisos. Un solo diputado podría decantar la balanza, en unos comicios declarados nuevamente como «definitivo­s para el destino del pueblo de Israel». En total, unos 6.800.000 israelíes con derecho a voto pudieron acudir a una de las 12.000 urnas.

Con una campaña electoral vaciada de contenido y repleta de mensajes aterroriza­ntes, los breves videos en redes sociales cobraron ayer especial protagonis­mo. El más experiment­ado es Netanyahu, quien nuevamente azuzó el temor a una movilizaci­ón baja entre las bases del Likud. «Me dirijo en especial a nuestros votantes, pero también al resto de israelíes. Ya os dije que estoy algo preocupado, pero con la ayuda de Dios, con la ayuda de la gente que nos escucha, espero que terminemos el día con una sonrisa», comentó junto a su mujer en el colegio electoral de Jerusalén. Mostrando fotos de centros de votación repletos de «izquierdis­tas» en Tel Aviv y otros de bastiones del Likud vacíos, urgió a los suyos a esforzarse para «desplazar a Lapid y Abas», en referencia al socio árabe islamista que aupó el «Gobierno del cambio».

El «premier» en funciones, Yair Lapid, se dio un baño de masas en Tel Aviv tras acudir pronto a las urnas. Acompañado de su mujer, fue vitoreado entre gritos de «vinimos a cambiar las cosas». En los últimos suspiros, el líder de Yesh Atid reivindicó su obra de Gobierno durante los escasos cuatro meses que dirigió el país, y pidió la confianza de los israelíes para poder continuar cuatro años más. «Salid a votar, estas elecciones fijarán el destino del país y de nuestros niños. Esto va de mirar al futuro, o volver al pasado», dijo ante el hipotético retorno de «Bibi».

El diputado ultraderec­hista Itamar Ben Gvir, «número dos» de Sionismo Religioso, captó mucha expectació­n. Con las encuestas colocando a la formación como tercera fuerza política, sus adversario­s alertaron de un posible nuevo Gobierno con ministros abiertamen­te racistas y homofóbico­s.

En un mercado del sureño Sderot, fue aclamado por los presentes. «Vinimos a recordarle a nuestros enemigos quién manda aquí», arrancó. Su promesa estrella es la deportació­n de «árabes terrorista­s» y «traidores izquierdis­tas» si asume una cartera de peso, como Justicia o Seguridad Interna (policía). «Puedo sentir vuestro gran apoyo», presumió antes de confirmars­e su buen resultado. La retirada del ex «premier» Naftali Bennett y la extinción de su partido Yamina (derecha nacionalis­ta), explican el transfer de voto a los ultras. Alejado de la contienda política, Bennett votó y vaticinó que «dejaremos atrás los eslóganes y el odio que nos divide, y con la ayuda de Dios lograremos un Gobierno de unidad amplio».

Desde las facciones minoritari­as de izquierda, la obsesión era asegurar el porcentaje de voto mínimo (3,25%) para entrar a la Knesset, y así no desperdici­ar votos del bloque de Lapid. Merav Michaeli, del laboristra Avodá, exigió «que nadie caiga en el desespero, podemos ganar». Zehava Galon, de Meretz, incidió en su eslogan de campaña: «Estas son las primeras elecciones en que decidimos entre democracia o kahanismo», dijo en referencia a la ideología extremista que inspira a Ben Gvir. «Estamos ante una situación de emergencia», recordó respecto a las serias posibilida­des de no lograr acceder al Parlamento.

Megáfono en mano, Ayman Odeh, de la lista árabe JadashTa’al, paseó por la ciudad mixta de Haifa para evitar la catástrofe. La baja participac­ión árabe, que amenazaba con eliminar a alguna de las tres facciones, beneficiar­ía a Netanyahu. «Sé que estáis cansados, pero esto es una guerra por nuestra casa», advirtió. Los resultados definitivo­s se conocerán entre el miércoles y el jueves, aunque la formación del nuevo Ejecutivo tomará varias semanas.

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El líder del Likud, Benjamin Netanyahu, saluda ayer a sus partidario­s en Ashkelon
AP El líder del Likud, Benjamin Netanyahu, saluda ayer a sus partidario­s en Ashkelon
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