La Razón (Cataluña)

Tamara peregrina, Shakira cantabacha­ta

- Jesús Amilibia

Son dos formas de vivir el desengaño amoroso muy distintas: Tamara Falcó (Tammy para los íntimos) peregrinó para transitar de la Virgen de la Alegría a la de Lourdes vestidita de enfermera voluntaria, mientras Shakira le cantaba a Piqué a ritmo de bachata su «Monotonía»: «De repente ya no eres el mismo/ me dejaste por tu narcisismo/ Te olvidaste de lo que un día fuimos…De lo que había ya no hay nada/ te lo digo con sinceridad/ todo está frío como en Navidad». Y en el vídeo aparece con un corazón sangrante en las manos, tal que en una merienda zombi de «The Walking Dead». Una sufre su desengaño en la espiritual­idad y la otra en el despendole bachatero.

Tamara ha pasado del bíblico «Cantar de los cantares», la embriagada pasión, al «Cántico espiritual» de san Juan de la Cruz: «¿Adónde te escondiste, Amado, y me dexaste con gemido?/ Como el ciervo huiste, habiéndome herido…». El ciervo huyó y dejó a la cierva herida y con todo el peso de la cornamenta. Pero hay un nivel: «Mi misión ahora es llevar a Cristo a los espacios frívolos», ha confesado Tamara. Ahí la tienen, como una Teresa de Calcuta de discoteca. Mi única duda, dicho sea, con todos los respetos, es si a Jesús le apetecerá irse de marcha con la que está cayendo. Ay, si hubiera vivido Tamara en mis años nochernieg­os y golfos, qué bien nos hubiera venido su apostolado en Bocaccio, le grito al televisor.

Tenía yo una amiga que cuando sufría un desengaño amoroso le daba por ordenar cajones y mover muebles. Lo mismito hace ahora Irene Montero, que se va a gastar 42.000 euros en mover muebles y archivos en su Ministerio. ¿Qué desengaño sufres, amor?

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