Dardenne es un apellido colonial
«Tori y Lokita» es una vuelta de los célebres hermanos y directores al cine más social
HanpodadoentodosHanpodadoentodos los jardines que el cine como expresión artística y política les ha permitido regar. Jean-Pierre y Luc, los hermanos Dardenne, lucen con orgullo la etiqueta del cine social en su filmografía con títulos tan relevantes como «La promesa» (1996), con la explotación de inmigrantes como leitmotiv, o «Rosetta», de 1999 y que les valió la Palma de Oro de Cannes por acercarse con pulso firme a las infancias traumáticas. Su cinematográfica tijera, ahora más afilada y hasta más violenta, cruda, en el movimiento, es la que usan en «Tori y Lokita», su nuevo filme y una reflexión descarnada sobre la asimilación cultural como mecanismo de opresión, de dolo contra los extranjeros. Los protagonistas, una joven y un niño llegados a Bélgica desde África, sirven a la pareja de realizadores para desmitificar la paradoja del cine europeo y, en cierto sentido, mirar hacia sí mismos, hacia su sentido de la moralidad y comprender, ya en tesis caótica, que Dardenne también es apellido de colonizador.
Aumento de la violencia
«La película nació a partir de una noticia de Prensa que hablaba de cómo muchos de los niños que llegaban, sin padres, caían en manos de mafias de explotación», explicaba a LA RAZÓN Luc Dardenne, junto a su hermano, en el último Festival de San Sebastián. Antes de continuar: «Sí, esta película es más violenta, más dura que nuestros anteriores trabajos. Quizá porque también la violencia ha aumentado en la realidad. En cualquier caso, todo lo que se ve en ella viene avalado por la policía, por lo que ellos se encuentran. Hace una década era impensable que recibieran un balazo en Bélgica y ahora se está dando».
A su lado, Jean-Pierre reflexiona sobre la manera de rodar, quizá más salvaje y documental, más próxima a sus orígenes como directores y presente en «Tori y Lokita»: «En cuanto supimos que la película iba a tratar sobre la amistad como remedio a los obstáculos, tuvimos claro que el estilo debía acercarse a lo más crudo.
No necesariamente desde lo morboso, pero sí conscientes de su realidad», matiza antes de seguir: «Lo importante, en realidad, y algo de lo que nunca nos hemos intentado alejar, era ver la violencia, sí, pero siempre desde el prisma, con los ojos de Lokita, dándole importancia a su testimonio y a su experiencia, no a la de sus agresores», completa el mayor de los hermanos, meritorios en el último Festival de Cannes de un premio especial con motivo del 75º aniversario del certamen.