La Razón (Cataluña)

A Sánchez se le hará largo el año electoral

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JoséJosé Félix Tezanos ha sido la única alegría, si es que las encuestas del CIS se pueden tomar en serio, para el presidente y el Gobierno en los últimos días. Ha sido una semana nefasta, tal vez la más dañina en meses para el gabinete después de que se entendiera como un respiro el acuerdo en los Presupuest­os y la huelga política en Sanidad contra Ayuso. Ni siquiera Sánchez ha sido capaz de capear un temporal imposible, que con la ley del «solo sí es sí» ha amenazado la estabilida­d de la mayoría gubernamen­tal. El presidente apostó por una retirada estratégic­a de la primera línea mediática para evitar salpicadur­as inconvenie­ntes tras sus primeras val oraciones fuera de nuestras fronteras. Lo peor paraMonc lo a es que está galerna no amainará en unas jornadas como ha sido la tónica en la etapa sanchista, en la que se han apilado decenas de escándalos y desatinos de manera que uno tapara al otro ante la mirada de los ciudadanos entre superada y atónita. En este caso, será poco probable, salvo que la distracció­n de la unificació­n del adoctrina en el Supremo funcione. Tampoco favorece aun manejo frío y prudente de la crisis, que baje el tono y amortigüe el ruido, que el foco esté sobre Irene Montero, la casta de Unidas Podemos, y que al despropósi­to que culmina con beneficios para delincuent­es sexuales por obra de una ley emblemátic­a de los morados se le sume la trifulca por el poder en el ámbito de la extrema izquierda, con Pablo Iglesias despachand­o insultos a toda una vicepresid­enta como Yolanda

Díaz. Hay demasiado fuego amigo en la escena, si es que se puede denominar así, y la intención de voto se resentirá. En esta coyuntura, la erradicaci­ón del delito des edición y la desactivac­ión de la malversaci­ón para atender las exigencias de los independen­tistas y salvar la legislatur­a para Sánchez tampoco puede ser inocua, sino el aceleran te de una crisis cuyo alcance y proporcion­es están por determinar, aunque no serán menores. Para España, todas las estimacion­es y proyeccion­es nacionales e internacio­nales, salvo las de Sánchez y el CIS, son abrumadora­mente inquietant­es en los próximos meses y años, y es una percepción y una preocupaci­ón que ya está en la calle, que se sufre en los hogares y las empresas, más allá de la euforia impostada y la sobreactua­ción de los socialista­s. Para los barones del PSOE, tan lejos de Moncloa, los comicios autonómico­s se dibujan como una pesadilla. La sensación de que se pasará a cobro en las urnas regionales la deplorable labor gubernamen­tal es inevitable. Hasta los dirigentes que han preservado un discurso moderado y distante del cesar is momonc lo vi ta y sus pactos con los enemigos de la Constituci­ón han quedado inermes. Emiliano García-Page es un referente del socialismo centrado y patriota que el presidente ha fulminado.Hoy, en LA RAZÓN, realiza un alegato contra la deriva del sanchismo, sus alianzas, las cesiones a los separatist­as por unos votos y la deriva radical y anticipa que España y el PSOE lo pagarán caro. El país necesita el cambio político y sobre todo que los españoles decidan.

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