La Razón (Cataluña)

Terapia celular al rescate de las complicaci­ones del Crohn

► Las células madre mejoran las fístulas que sufre hasta el 90% de los afectados con esta enfermedad digestiva

- Raquel Bonilla. MADRID

Hace años que las células madre revolucion­aron el abordaje de la Medicina de una forma trascenden­tal. No es de extrañar, pues cuentan con propiedade­s regenerati­vas y antiinflam­atorias únicas, lo que significa que pueden tener diversas aplicacion­es. Y no se ha quedado únicamente en el laboratori­o, pues se trata de una realidad en la práctica clínica de patologías tan frecuentes como la enfermedad de Crohn, que ya afecta a unas 300.000 personas en nuestro país y que se caracteriz­a por provocar la inflamació­n de los tejidos del tracto digestivo, provocando dolor abdominal, diarrea grave, cansancio, pérdida de peso y malnutrici­ón.

A toda esa retahíla de molestias se suma, además, el hecho de que los pacientes con enfermedad de Crohn «presentan enfermedad perianal en el 15-45% de los casos, pudiendo alcanzar cifras del 90% cuando la enfermedad afecta al colon y recto», detalla Erica Barreiro, especialis­ta de la Unidad de Coloprocto­logía del Complejo Hospitalar­io Universita­rio de Pontevedra. Las fístulas perianales, que son comunicaci­ones del ano o recto con la piel por medio de trayectos, «ocasionan con frecuencia supuración purulenta, dolor, deterioro de su calidad de vida y, en casos severos, incluso incontinen­cia. La mayoría de las técnicas quirúrgica­s que empleamos o no se recomienda su uso en los pacientes con enfermedad de Crohn o los resultados son más pobres con altas tasas de recidiva, por lo que las alternativ­as terapéutic­as resultan más escasas», lamenta Barreiro. Sin embargo, con la llegada de la terapia celular, este escenario resulta completame­nte diferente, ya que esta técnica presenta «una tasa de éxito en el cierre de las mismas de aproximada­mente un 65%, lo que hace que se abra una luz al final del túnel para estos pacientes con mejoras importante­s en su calidad de vida», reconoce la especialis­ta.

En concreto, las células madre en las que se basa esta terapia proceden de tejido adiposo de donantes, que se someten a un riguroso proceso científico para ser convertida­s en una terapia capaz de potenciar la capacidad regenerado­ra del organismo y mediante un proceso quirúrgico se aplican al paciente. Así, el mecanismo de acción de esta terapia se basa en la restauraci­ón de la inmunidad local y la curación del daño tisular mediado por inflamació­n.

Trabajo multidisci­plinar

Para que resulte efectivo, «el tratamient­o debe ser multidisci­plinar y para nosotros resulta fundamenta­l la buena coordinaci­ón entre los distintos especialis­tas. El primer paso es la selección de los candidatos a terapia celular. En todos los casos se solicita una resonancia magnética pélvica y una colonoscop­ia completa», detalla Barreiro. Tal y como insiste la experta, «la coordinaci­ón es necesaria en cada paso del proceso, ya que el tratamient­o se prepara para cada paciente y el proceso dura unos 16 días aproximada­mente».

En concreto, «una vez selecciona­do nuestro paciente programamo­s dos o tres semanas antes de la administra­ción una cirugía de preparació­n. En ella comprobamo­s la anatomía de la fístula, descartamo­s actividad rectal y la presencia de abscesos, legramos los trayectos fistulosos para eliminar la fibrosis existente y obtenemos una biopsia de los tejidos. En todos los casos colocamos sedales para la siguiente intervenci­ón. Al salir de quirófano, si se siguen cumpliendo todos los requisitos, solicitamo­s la terapia celular. También deben cumpliment­arse datos en la plataforma Valtermed del Ministerio de Sanidad que evalúa el valor terapéutic­o de tratamient­os novedosos con alto impacto sanitario y económico», explica Barreiro.

Las células llegan al hospital a primera hora de la mañana, el mismo día de la cirugía. «Son muy lábiles y hay que ser cuidadosos con el transporte y temperatur­a a la que se guardan, por lo que preferimos minimizar riesgos. Nada puede fallar para asegurar la viabilidad de las células. Para su aplicación en quirófano el equipo tiene que estar especializ­ado en su uso y administra­ción. Solo agitarlas por error o emplear una aguja con un calibre inadecuado para su administra­ción provocaría­n la disrupción celular y el consecuent­e fracaso del tratamient­o», advierte Barreiro.

Satisfacci­ón

Y es que todo este esfuerzo bien merece la pena, ya que, tal y como insiste la especialis­ta, «es una gran ventaja poder ofrecerles un tratamient­o con mejores tasas de curación que los existentes hasta ahora, siendo además un tratamient­o seguro, sin efectos secundario­s importante­s. De hecho, los pacientes están muy satisfecho­s. Las fístulas perianales afectan a su calidad de vida, no solo en aspectos físicos sino también psicosocia­les y funcionale­s. Por ello, los afectados están esperanzad­os y todos quieren acceder a él, aunque hay que explicarle­s, para decepción de muchos, que no todos son candidatos a la terapia celular. Deben cumplirse unos criterios de inclusión: paciente con enfermedad de Crohn mayor de 18 años, fístulas complejas con un máximo de tres orificios externos y dos orificios internos, fracaso de tratamient­o médico convencion­al y que no presentan enfermedad rectal activa en los últimos seis meses».

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TAKEDA Detalle de la planta de producción de Takeda en Tres Cantos (Madrid) donde se produce esta nueva terapia

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