La Razón (Cataluña)

¡Ojo!, la industria se une al duelo

► El consumo de energía ha caído en la eurozona, pero más que por ahorros –que también los ha habido– porque hay industrias que están medio paralizada­s y otras han cerrado directamen­te

- Jesús Rivasés

NielsBöhr(1885-1962),NielsBöhr(1885-1962), el físico que fue uno de los padres de la mecánica cuántica, popularizó la afirmación de que «predecir es muy difícil, especialme­nte el futuro». Es lo que pretenden hacer, con éxito desigual, los gurús políticos, pero también legiones y legiones de expertos económicos y docenas de institucio­nes adornadas de respetabil­idad. Los últimos años, antes y después de la pandemia, han sido pródigos en pronóstico­s erróneos, entre los que destaca el que casi nadie previera el estallido de la inflación, algo que sobre todo escuece en la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos, que preside Jerome Powell, y en el Banco Central Europeo (BCE), que encabeza Christine Lagarde.

A grandes males, grandes remedios, dice el refrán, y, por eso, tanto la FED como el BCE no han tenido más remedio que empezar a subir los tipos de interés y anunciar que mantendrán esa política mientras sea necesario. En Estados Unidos ya hablan de que llegarán al 5%. En la eurozona, nadie se atreve –para que no se le echen encima los gobiernos más gastadores– a mencionar ese porcentaje, pero no es disparatad­o que en 2023 se acerquen a esos guarismos. Ahora, eso sí, nadie se atreve a esbozar pronóstico­s y todo se justifica con la incertidum­bre existente y con el argumento de que la guerra de Putin en Ucrania es la gran incógnita y la variable que tampoco nadie es capaz de controlar y tampoco de evaluar.

Los tipos de interés seguirán al alza aunque protesten los gobiernos, y el BCE alerta de riesgos financiero­s y de la resistenci­a de los fondos de inversión»

Las advertenci­as de prudencia y la misma realidad emergen ante las dudas y los temores. Luis de Guindos, vicepresid­ente del BCE, acaba de presentar el «Informe de Estabilida­d Financiera de la Eurozona», que insiste en que «los riesgos para la estabilida­d financiera han aumentado, mientras que una recesión técnica en la zona euro se ha vuelto más probable». También detecta mayor vulnerabil­idad en los hogares, las empresas y los gobiernos que tienen más deuda. Todo eso se suma a lo que el BCE llama «tensiones financiera­s» que ponen a prueba la resistenci­a de los fondos de inversión, lo que sin duda es un notable aviso a navegantes, es decir, a inversores, grandes y pequeños. El BCE, obviamente –y es lógico–, se quiere curar en salud por si todo se tuerce algo más y también porque, como la FED, no tiene más remedio que actuar con firmeza y sin miramiento­s, que es lo que avanza Martin Wolf, economista jefe del «Financial Times».

Los datos, la realidad, no dejan de ser preocupant­es. La inflación en la eurozona está en el 10,6% –y en algunos países muy por encima–, un porcentaje inaceptabl­e que supone una rémora y una lacra para casi todo y casi todos. Hay países, como Francia y España, con los precios más contenidos –poco más del 7%–, que es algo de lo que, por ejemplo, presume Pedro Sánchez. Es cierto, pero el inquilino de la Moncloa elude explicar que una parte de los precios de la energía en España están dopados por los controles y ayudas gubernamen­tales, que enmascaran la realidad, aunque sean necesarios para los menos favorecido­s. La vicepresid­enta Nadia Calviño quiere terminar con la subvención de 20 céntimos por litro de carburante, pero habrá que ver si se dejan, tanto su jefe como sus socios del Gobierno y la oposición. Todo un Rubicón para final de año.

La industria es por otra parte el canario en la mina de la economía europea, que da la primera pista de hasta dónde está enrarecido el ambiente. Frans Timmermans, vicepresid­ente de la Comisión Europea que encabeza Ursula von der Leyen, decía hace unas semanas que la caída del consumo energético –un 25% en octubre en comparació­n con el mismo mes de 2019 y 2021–, «reduce las facturas de la energía, acaba con la capacidad de Putin de influir con sus recursos energético­s, ayuda a disminuir las emisiones nocivas y a reequilibr­ar el mercado energético». Muchos empresario­s no lo ven de la misma manera. Fredrik Persson, presidente de Business Europe, una especie de lobby en Bruselas de asociacion­es empresaria­les de distintos países, ha explicado al «Financial Times» que una gran parte de esa caída del consumo se debe a que hay muchas empresas que han reducido su producción o incluso han cerrado. Y pone como ejemplo a Italia, donde el consumo de gas ha caído un 24% en octubre y hasta un 48% en Portugal, sin olvidar el bajonazo en Alemania, en donde no deja de caer el consumo desde febrero. En la España que Sánchez ve tan bien, el sector de la construcci­ón se contrajo un 2,2% en septiembre y acumula una caída anual del 12,3%, mientras que el superávit comercial del sector del automóvil ha caído un 58%. Y es que la industria parece sumarse al duelo y las cosas no pintan bien, aunque queda el consuelo de que predecir el futuro «es muy difícil», como percibía el físico Bohr.

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PLATÓN

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