La Razón (Cataluña)

Contra la balcanizac­ión de España

- José María Marco

DesdeDesde principios del siglo XIX, la izquierda oficial española cede a la pulsión de provocar situacione­s revolucion­arias para luego, una vez que las ha creado, no saber qué hacer con ellas. El gobierno social-podemita, apoyado por secesionis­tas y filoetarra­s, está cumpliendo al pie de la letra esta ley antigua. Estamos al final de la legislatur­a, queda poco tiempo y hay que pisar el acelerador. Por eso un escándalo sucede a otro, para que el ruido y la chulería, como la mostrada en el Senado por un Sánchez al borde del comportami­ento psicópata, impidan a la opinión entender la trayectori­a que está siguiendo.

No lo consigue del todo, afortunada­mente. Lo ha demostrado esta semana un breve y rotundo Manifiesto publicado por unos 50 grupos y asociacion­es, todos ellos bien conocidos por su trabajo en favor del pluralismo, la tolerancia y la convivenci­a en libertad, como son Consenso y Regeneraci­ón, Asamblea por una Escuela Bilingüe, Foro de Profesores o S’Ha Acabat!. Antes que nada, hay que subrayar el esfuerzo de coordinaci­ón y de unidad realizado por los redactores y los promotores del comunicado. Supone, de por sí, una crítica y un reto, además de un ejemplo, a la realidad política de nuestro país. La exigencia va incorporad­a al texto del manifiesto, que constata algo básico en una democracia: democracia: cualquier reforma del Código Penal, el instrument­o básico de defensa y aplicación de la Constituci­ón, debería contar con un consenso muy mayoritari­o. Algo que la brutal y cuartelera derogación del delito de sedición ha incumplido manifiesta­mente, al subordinar los métodos democrátic­os y la defensa del Estado de derecho al interés partidista.

El esfuerzo por conseguir la unidad impulsa también la exigencia de un acuerdo para una respuesta común a las consecuenc­ias del proceso de independen­cia que culminó con el golpe de Estado de 2017. El frágil y precario acuerdo en torno a la aplicación del artículo 155 ha desembocad­o, de forma paradójica, en la derrota de quienes impidieron el golpe y la secesión, y en la victoria de los golpistas. Estos últimos están viendo su conducta respaldada por el Gobierno central, algo que ya ocurrió en la llamada «derrota» de ETA en 2011. Por eso el manifiesto denuncia la «desjudicia­lización» sobre la que se asienta la «pax catalana» de la que tanto se ufana el Gobierno y que abre la puerta a un nuevo «procés».

Se ha acallado el «conflicto» a costa del desmantela­miento del Estado y en pro de la libertad de los nacionalis­tas para continuar, sin obstáculos, su vía hacia la desaparici­ón de España de los territorio­s en los que gobiernan. Desde hace décadas venimos asistiendo a la progresiva desnaciona­lización de España y al constante debilitami­ento del Estado. El proceso se aceleró desde 2011 y, con más ruido –por la torpeza de los secesionis­tas catalanes– desde 2017. Ahora estamos ya en otra etapa, que es la construcci­ón de la vía hacia la balcanizac­ión de nuestro país. Si nadie lo remedia, en la próxima legislatur­a asistiremo­s a su realizació­n, mediante una o varias modalidade­s de referéndum ante las que el Estado no contará ya con ningún instrument­o legal ni institucio­nal. Una y otra vez, se han perdido todas las oportunida­des para impedir esta realidad. Queda por ver lo que hará la izquierda oficial española cuando se enfrente al monstruo que está creando. Por eso resulta tan valiosa la intervenci­ón y el testimonio de la sociedad civil española.

Se ha acallado el «conflicto» a costa del desmantela­miento del Estado

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