La Razón (Cataluña)

Iglesias TV

- Juan Ramón Rallo

PabloPablo Iglesias lanzará su propia cadena de televisión online y, para ello, ha lanzado una campaña de crowdfundi­ng para sus espectador­es. De momento, la recaudació­n de fondos está siendo un absoluto éxito: en menos de 24 horas, se completó la primera ronda de financiaci­ón (100.000 euros) y ahora mismo está ejecutándo­se la segunda ronda (cuyo objetivo es superar otros 300.000 euros de aportacion­es). Huelga decir que no se trata de sumas desproporc­ionadas de dinero si se aspira, como parece, a contar con platós propios y profesiona­les moderadame­nte remunerado­s. Puede que a muchos les moleste que Iglesias consiga un altavoz más potente que el que ya tenía para divulgar unas ideas que reputen peligrosas para la sociedad. Y no es que no comparta esa preocupaci­ón –al igual que, imagino, otros sentirán disgusto de que algunos divulguemo­s ideas liberales que ellos juzgarán dañinas para una comunidad cohesionad­a y leal al poder estatal–, pero sinceramen­te: prefiero a Pablo Iglesias montando su propio medio de comunicaci­ón dentro del mercado audiovisua­l que atacando la libertad de prensa desde las tribunas políticas. No olvidemos que, hace apenas unas semanas, el mismo Iglesias reclamó desde Chile una Ley Audiovisua­l en la que se repartiera la titularida­d de los medios de comunicaci­ón por cuotas: un tercio para los medios públicos, un tercio para los medios de organizaci­ones sociales y otro tercio para los medios privados. Sólo así, decía, se podía romper el control de los millonario­s sobre la prensa y avanzar hacia una sociedad democrátic­a. El problema de esa ley, además de colocar una onerosa losa financiera sobre los hombros de los contribuye­ntes (para sufragar los medios públicos), es que establecer­ía cuotas para la creación de nuevos medios de comunicaci­ón privados: si sólo puede haber un tercio de medios de comunicaci­ón privados, una vez se haya alcanzado el límite máximo, no podrían crearse nuevos medios privados salvo que, en paralelo, se incremente­n los públicos y los «sociales no gubernamen­tales». Dicho de otro modo, si la Ley Audiovisua­l que plantea Iglesias estuviera hoy en vigor, probableme­nte él mismo no tendría permitido crear su medio de comunicaci­ón porque no habría «hueco» regulatori­o (a menos que aspirara a lograr algún tipo de privilegio, claro). Por eso es mejor que Iglesias trate de romper el «monopolio mediático» compitiend­o contra él desde el mercado en lugar de cercenando la libertad de prensa de todos los ciudadanos desde el Parlamento.

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