Tan idiotas como el resto
«ELOGIO DE LA ESTUPIDEZ» ★★★★★ Autor y director: Darío Facal. Intérpretes: Agus Ruiz, Bárbara Santa-Cruz, Mario Alonso y Ana Janer. Naves del Español en Matadero, Madrid. Hasta el 27 de noviembre.
Desde luego, si hay algo que no se le puede recriminar a Darío Facal en su trayectoria es que no sea original; y aquí, en contra de lo que algunos puedan creer, lo ha vuelto a ser. En estos tiempos en que los creadores teatrales tratan de canalizar su inseguridad artística abanderando puerilmente cualquier nueva moda sin un ápice de verdadero estilo a la hora de hacerla suya, moda que enseguida cambiarán por otra más novedosa que sirva para apaciguar de manera engañosa esa ansiedad que tienen por sentirse «modernos» estando siempre tan lejos de serlo; en estos tiempos, decía, que llegue alguien con el bagaje que tiene ya Facal y escriba y dirija una obra tomando decididamente ingredientes de géneros tan supuestamente «antiguos» y desprestigiados –vaya uno a saber por qué– como el vodevil, la comedia de situación o incluso la comedia de salón y la alta comedia, es, cuando menos, atrevido y original. Y el resultado no está nada mal. «Elogio de la estupidez» es una suerte de farsa sobre una sociedad, la de hoy, sobrecargada de estímulos, en la que sus individuos tratan sin fortuna de encontrar un rumbo vital. El miedo al rechazo, al qué dirán y a la soledad; los problemas de autoestima; la precariedad laboral; el consumo voraz de ideas superfluas y la consiguiente pérdida de referentes éticos; la dificultad para establecer una comunicación sincera con el prójimo o la desorientación anímica y emocional son algunos de los muchos y serios temas que aborda una obra que, sin embargo, en su aspecto exterior, puede verse como una sencilla comedia sin pretensiones. Si exceptuamos a Agus Ruiz, el reparto llama la atención por contar con intérpretes poco asiduos en los escenarios que, sin embargo, demuestran aquí tener una extraordinaria solvencia teatral. Destacan especialmente Mario Alonso y Bárbara SantaCruz, pero los cuatro cumplen perfectamente dando vida a unos entrañables memos que intentan, igual que hacemos todos, salir a flote en las aguas procelosas de la vida. Es verdad que sobran escenas y que algunas se alargan más de la cuenta, pero ya podían tomar nota de este montaje los programadores de las salas comerciales, atestadas como las tienen de productos de nula calidad artística. A ver si se dan cuenta de que esto también es teatro entretenido para todo el mundo; la diferencia es que este está bien hecho. Por eso puede soportar, sin resentirse, la carga conceptual que lleva dentro.
Lo mejor
►La ausencia de elitismo y de prejuicios por parte de Facal a la hora de abordar la historia
Lo peor
►Para que fuese más impactante, debería haber afilado más aún sus cuchillos