La Razón (Cataluña)

El terrorismo ruso

- Francisco Marhuenda

ElEl Parlamento Europeo ha declarado formalment­e que Rusia es un Estado «promotor del terrorismo». La resolución no tiene ningún valor jurídico, pero es uno de esos gestos simbólicos tan caracterís­ticos de los europeos. Por supuesto, Putin no le otorgará ninguna relevancia y se interpreta­rá como otra muestra de nuestra sumisión a los Estados Unidos. La decisión se basa en los más de 40.000 crímenes de guerra cometidos en Ucrania, pero también en la destrucció­n de 60.000 instalacio­nes civiles, la crisis humanitari­a y el incumplimi­ento de los principios de la ONU. La definición como «promotor del terrorismo» es algo coherente con el comunismo, porque hay una línea ininterrum­pida con las técnicas que eran utilizadas por la Unión Soviética. El terror ha sido siempre un instrument­o para los regímenes autoritari­os. Por cierto, es como se define uno de los períodos más espantosos de la Revolución Francesa. El propio régimen zarista sufrió numerosos atentados y reprimió con gran brutalidad a los disidentes. Por supuesto, cuando Lenin y sus criminales compañeros consiguier­on el poder se convirtió en un gran Estado terrorista. Desde entonces hasta ahora, nunca ha dejado de serlo. Unas veces lo ha hecho de forma descarada, como sucede actualment­e, y otras, moviendo los hilos de los grupos que querían desestabil­izar a los regímenes democrátic­os. La URSS estuvo detrás de todos los grupos terrorista­s que asolaron medio mundo, tomó el control de los países del Este cometiendo numerosas atrocidade­s e impulsó los llamados movimiento­s de liberación, que lo único que querían hacer era imponer dictaduras comunistas. El terrorismo soviético contaba, incluso, con un reparto de papeles, porque sus Estados satélites tenían una intensa dedicación perpetrand­o crímenes, torturas y extorsione­s. Por supuesto, las guerras e invasiones fueron el terreno abonado para este tipo de prácticas. La brutalidad oriental siempre me ha llamado la atención y sobrecogid­o. Es una absoluta indiferenc­ia por la vida humana, así como la utilizació­n del terror como elemento disuasorio. Putin es un digno heredero de la tradición soviética, que se remonta al nacimiento de Rusia. La resolución condenator­ia del Europarlam­ento no tiene ninguna relevancia, pero muestra dos mundos: las democracia­s y las dictaduras.

«La resolución condenator­ia no tiene ninguna relevancia, pero muestra dos mundos: las democracia­s y las dictaduras»

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