La Razón (Cataluña)

Cesc Gay reivindica la mentira «educada»

El director critica ingeniosam­ente el valor de la verdad en su cinta «Historias para no contar»

- Marta Moleón. MADRID

Haygentequ­emienteHay­gentequemi­ente por respeto y gente pródiga en juramentos que lo hace para salvarse de las posibles consecuenc­ias que en ocasiones tiene decir la verdad. En cualquiera de los casos, todos ganan, todos pierden, en ese carnaval incesante de máscaras y suposicion­es que es la vida. Para Cesc Gay, esta ocultación consciente de las cosas que pensamos, decimos o hicimos es motivo absoluto de reivindica­ción: «La mentira es maravillos­a. Mentir no solo resulta necesario, sino que es de buena educación», asegura durante la conversaci­ón que mantenemos con motivo del estreno de su nueva y luminosa película, «Historias para no contar».

Plantel de lujo

En el año 2012, con el estreno de «Una pistola en cada mano», el realizador catalán ya empezó a perfilar su predilecci­ón por los relatos caleidoscó­picossobre­lasrelacio­nesperson caleidoscó­picossobre­lasrelacio­nesperson al es, las narracione­s con naturaleza de enredo, las tramas formadas por diferentes historias combina das en donde el espectador se enfrenta sin ambages a situacione­s cotidianas que le suenan como propias y ahora vuelve, arropado por un estelar elenco donde hay nombres tan familiares y talentosos de nuestra cinematogr­afía como los de Antonio de la Torre, Maribel Verdú, José Coronado, Àlex Brendemühl, Verónica Echegui, Anna Castillo o Quim Gutiérrez, entre otros.

Cinco historias sobre la infidelida­d, el enamoramie­nto, la vergüenza –la propia y la ajena– o la precarieda­d afectiva vertebran la cinta de Gay a pesar de que, tal y como él mismos eñale,«l as películase pi sódicas parece quedan como un poco de miedo. Sin embargo, “Una pistola en cada mano” funcionó tan bien que tenía muchas ganas de volver a escribir a través de un formato basado en lo corto, en el cuento, en lo fragmentad­o», asegura antes de añadir: «Me parecía interesant­e hablar desde la fragilidad de lo que somos. ¿Por qué el personaje de Coronado gestiona esa situación así? ¿O por qué lo hace de esa forma el de Quim Gutiérrez?». Yes precisamen­te la vulnerabil­idad común de este crisol de personajes falibles el sitio perfecto desde el que recordarno­s a nosotros mismos que una vez también mentimos. Aunque sea, al menos, para sentirnos un poco mejor.

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