La Razón (Cataluña)

Un resultado que no puede dar mal bajío

► Conviene echarle un poco de agua al vino de la euforia porque la única utilidad de la primera fase es meterse en los octavos de final

- Lucas Haurie

BlasonaBla­sona España de ser la única selección campeona del mundo capaz de sobreponer­se a una derrota en el debut y a aquella epopeya sudafrican­a, que comenzó con un gatillazo inicial contra Suiza, se agarran los devotos de Leo Messi y de Argentina, que parecen lo mismo, pero son cosa distinta. También los alemanes, imagino, aunque a éstos mejor será rematarlos este domingo para no complicars­e contra Japón en el cierre de un grupo, y aquí queríamos llegar, en cuya evolución se intuye una devaluació­n de la goleada sobre Costa Rica. Para que nos entendamos: lo lógico sería que los ticos se fuesen de vacío y el pase se juegue entre los otros tres contendien­tes.

Es lugar común que no quieren los gitanos buenos principios para sus hijos y así lo confirmó la selección, coronada en Johannesbu­rgo tras el fiasco inicial de Durban, pero convendrán también que mejor será darse un festín de goles y embolsarse tres puntos que transitar por estos saberes populares, siempre a caballo entre el esoterismo y la estupidez. Como para casi todo, la historia ofrece ejemplos para solaz de optimistas y contraejem­plos para espanto de superstici­osos. España logró contra Costa Rica su marcador más abultado en una fase final de Mundial superando el 6-1 que le endosó a Bulgaria en 1998… cuando no pasó de la primera fase.

La mayor goleada de la historia de los Mundiales es el 10-1 que le endosó Hungría a El Salvador en Elche, en 1982. El partido acabó con un operario del Nuevo Altabix sosteniend­o en vilo un cartelón con un «0» para que el marcador manual no señalase un engañoso empate a uno. Los magiares, un excelente equipo con figurones como Fazekas, Nyilassi o Lazslo Kiss, no pasaron a la siguiente fase. En 2006, la España de Luis Aragonés deslumbró con un 4-0 a Ucrania, un resultado de mucho más valor que el de Costa Rica por haberlo logrado frente a un futuro cuartofina­lista, pero se topó en octavos con la última Francia de Zidane y volvió a casa antes de lo previsto.

¡Parece una desgracia meterle siete a Keylor Navas! En absoluto, aunque convenga echarle un poco de agua al vino de la euforia porque la única utilidad de la primera fase es meterse en los octavos de final, un Mundial nuevo al que tanto da clasificar­se con nueve puntos y quince goles marcados que después de tres empates a cero y un juego para olvidar. Contra un lamentable equipo costarrice­nse, los héroes de 2014 ya no tenían más fuelle, España sumó tres puntos, deparó una magnífica tarde de fútbol y reclutó para la causa de Luis Enrique a muchos aficionado­s dubitativo­s. No es ganar la Copa del Mundo, vale, pero, por ahora, no se puede pedir más.

España reclutó para la causa de Luis Enrique a los aficionado­s dubitativo­s

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EFE Luis Enrique, en el entrenamie­nto posterior a la goleada a Costa Rica

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