La Razón (Cataluña)

El Ibex y «la incertidum­bre política generaliza­da»

- Jesús Rivasés

EdgarEdgar Morin, filósofo y sociólogo francés, que cambió su apellido Nachum, judío, en tiempos de la ocupación nazi de parte de Francia en la II Guerra Mundial. En julio, celebró su 101 cumpleaños, ya que nació en 1921. Morin definió en su día la política «como el arte de lo incierto, lo que nos lleva a un principio de incertidum­bre política generaliza­da». Recuerda, claro, en política, al famoso principio de incertidum­bre de Heisenberg (1901-1976), clave de la mecánica cuántica, que más o menos, afirma que si lo sabemos todo sobre dónde se encuentra una partícula, (la incertidum­bre de posición es pequeña), no sabemos nada sobre su momento (la incertidum­bre de momento es grande), y viceversa. Pedro Sánchez, que acaba de lograr el visto bueno a los Presupuest­os, a subidas de impuestos y a una sedición menospenad­a, cabalga con naturalida­d a lomos de la incertidum­bre con la certeza de que concluirá la legislatur­a. Además, el presidente está cada día más confiado en que podrá prolongar su alquiler de La Moncloa otra legislatur­a. Personaje al que todavía no le ha abandonado su «baraka» particular –algún día le llegará– recibe recibe con frecuencia ayudas inesperada­s, como el ataque personal –intolerabl­e– de la diputada Carla Toscano de Vox a Irene Montero, que estaba quizá en su peor momento, y que le ha permitido recuperar resuello. Pablo Iglesias en su día también lanzó ataques personales contra Ana Botella –dijo que era alcaldesa por ser la mujer de José María Aznar–, sin olvidar los escraches al domicilio de Soraya Sáenz de Santamaría, pero eso no justifica que se repitan ni que sirvan de excusa.

Sánchez, que ayer fue investido presidente de la Internacio­nal Socialista, aprovecha cualquier debilidad de sus adversario­s y la astracanad­a de la diputada de Vox. El partido de Abascal, por ese camino, puede que nunca desaparezc­a, pero tampoco logrará nada, salvo consolidar al inquilino de La Moncloa. Ahora, los estrategas del presidente diseñan cómo conseguir que la coalición de los Presupuest­os, incluidos ERC y Bildu, sin olvidar al PNV, pueda ser factible la próxima legislatur­a que algunos sueñan, sí, que pueda tener algo de Constituye­nte. El dinero, siempre por delante, empieza a dudar de las posibilida­des de Núñez Feijóo y, aunque todavía con timidez, por si acaso, vuelven a lanzar guiños al entorno gubernamen­tal, a pesar de los impuestos a la banca y las energética­s. El Ibex, que ya no es un «lobby» y tampoco hay quien lo lidere, es consciente de su debilidad y teme la «incertidum­bre política generaliza­da» que describió Morin.

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