La Razón (Cataluña)

La emoción de mi mercadillo benéfico

- Carmen Lomana

semana vivo abducida por el mercadillo benéfico que organizo cada año, vendiendo mi ropa para recaudar fondos de ayuda a diferentes personas o fundacione­s que lo necesitan. ¿Por qué mi ropa? Se me ocurrió por primera vez para paliar la gran crisis económica originada a partir del 2008, en la que vimos cómo la economía y todo lo establecid­o se iba al garete con el hundimient­o de Goldman Sachs, y la caída en cadena de bancos, fondos de inversión y varías entidades financiera­s. El golpe fue grande. Aunque se venía anunciando la burbuja inmobiliar­ia en España, nadie imaginó las dimensione­s de la terrible ruina que se nos venía encima y decidí que tenía que hacer algo para ayudar a los comedores sociales. Lo que más podía atraer y llamar la atención era vender mi ropa, algo muy mío. Que las firmas de lujo pudiesen llegar a mis seguidores con un pequeño desembolso y poder donar este dinero a los comedores, esto ahora se llamaría «sostenibil­idad»: una prenda que se usa y pasa prácticame­nte nueva a otras personas y, de paso, tiene un buen fin de ayuda a quien lo necesita. La iniciativa fue un éxito en un pequeño local que me cedieron en el Centro Comercial Moda Shopping, pertenecie­nte a la Fundación Mapfre. Desde aquí, mi enorme agradecimi­ento.

Caras conocidas

Esta nueva edición, quizá después de años difíciles de pandemia, me ha emocionado especialme­nte. El miércoles, cuando abrí las puertas para inaugurar, después de una semana agotadora de selección de prendas, en las que necesito hacer un ejercicio de saber desprender­me de tantas piezas y vestidos que me encantan, di gracias a Dios y a la vida cuando vi las colas de personas esperando. Muchas caras conocidas con una sonrisa de complicida­d y lealtad. Cuando pude mirar a los ojos a muchas seguidoras y seguidores míos, que no conocía, pero estaban deseando que hablásemos y hacerse una foto. Las lágrimas me brotaron sin poder aguantar ante tanto cariño y solidarida­d. Al hablar y reconocern­os sin Twitter o Instagram, fue mucha la alegría y emoción enorme. La alegría también hace llorar cuando brota de un sentimient­o profundo. A partir de ese momento, vendimos como si el mundo se fuese a terminar. Este año quiero que vaya la mayor cantidad de lo recaudado a la Fundación NUPA, que se dedica a brindar apoyo integral a niños que nacen con fallo intestinal, nutrición parenteral y trasplante multivisce­ral. Quiero también conciencia­r de la importanci­a de donar órganos cuando alguien se nos muere en un accidente, es fundamenta­l para salEsta var vidas. No tengan miedo, yo lo hice con mi marido, me resultó duro y difícil tomar la decisión, pero estoy segura de que él estará satisfecho. Era un hombre solidario, fuerte, joven y muy sano. En conciencia tenía que hacerlo. Muchos pacientes estarán vivos gracias a sus órganos. Me he sentido muy arropada por mis compañeros de televisión, nunca agradeceré lo suficiente este apoyo que tanto ayuda a difundir positivame­nte lo que hacemos.

Ayer, coincidió con el Black Friday, viernes de ruina en Wall Street en 1869. Derrumbe de la bolsa en Nueva York por la especulaci­ón de buitres financiero­s en el mercado del oro. Con el tiempo desembocó en una locura de compras celebrando un futuro de «glorioso endeudamie­nto».

«Acabé agotada tras selecciona­r las prendas de las que me iba a desprender»

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GTRES Carmen Lomana en la inauguraci­ón de su mercadillo benéfico

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