La Razón (Cataluña)

Un portero de Mundiales

► Guillermo Ochoa ha cimentado su leyenda en la selección más que en sus equipos

- José Aguado.

«La vida es caprichosa», decía el portero Guillermo Ochoa después de haber parado el penalti a Lewandowsk­i que dio vida a México en un partido que terminó con empate a cero. Con 37 años, en su quinto Mundial, el guardameta sabe muy bien que uno hace lo que puede ante lo que viene. El primer partido fue Lewandowsk­i, desde el punto de penalti y hoy es Leo Messi y sus compañeros, tras la derrota frente a Arabia Saudí. «Son cosas de momentos, son cosas del instante, son cosas que se trabajaron durante estos días y salió. La vida a veces es así, caprichosa, llevaba un rato sin atajar penales y contra Polonia se presentó el mejor momento, en el mejor marco y agradecido porque pude ayudar a la selección a tener el cero detrás, que siempre es clave para México y hay que seguir por esta línea y no hay que bajar los brazos», continuaba tras el primer partido del Mundial.

Lleva cinco, pero ha jugado en tres. En el primero, en 2006, iba como suplente. En el segundo, en 2010, iba como titular, pero aún no se explica por qué Javier Aguirre le quitó de la portería cuando comenzó el campeonato. «No fue un golpe fácil de digerir y no solo por lo que venía siendo yo previo al Mundial 2010, donde entramos al final de la calificaci­ón de Mundial. Ganamos la Copa de Oro, entonces lo venía haciendo muy bien y después cuando llega la hora de lo bueno, no tuve el mismo apoyo del otro lado y no fue fácil porque yo sí me veía jugando la Copa del Mundo», decía en una entrevista sobre ese momento.

Fue en 2014 cuando por fin jugó. Y fue el torneo de su vida, sobre todo un partido contra Brasil en el que fue más un muro que un portero. «Ese partido y ese Mundial va a ser el número uno porque fue mi debut en un Mundial y dos porque hice uno de los mejores partidos de mi vida. Un partido que me marcó un antes y un después de mi carrera». Cuatro años después, en Moscú, México ganó a Alemania el día de su debut, aunque luego cayó contra Brasil en octavos.

Ochoa es un portero que luce más en la selección que en los equipos. Volvió al América, donde empezó después de haber jugado en el Ajaccio, en Italia, en Málaga y en Granada, donde acabó la temporada con más goles por partido recibido que cualquier portero y también con más paradas. Probó suerte en Lieja y por fin regresó a casa.

Aunque su hogar es la selección, donde es el jefe del equipo que entrena Tata Martino. Ochoa es de los que más ha defendido el trabajo del entrenador argentino, que no termina de convencer a los aficionado­s. El objetivo, en un grupo ya sin pronóstico­s, es pasar a octavos y una vez allí, la meta de cuartos. Eso en días. Hoy le toca Messi: «Tiene ese talento, esa magia, esa creativida­d que, a lo mejor, se relaja 15 minutos y, a la siguiente, agarra el balón y te hace una de gol y otro pase de gol. Toca una más en el partido y te cambió el juego», dice de él.

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Guillermo Ochoa juega su quinto Mundial con 37 años

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