La Razón (Cataluña)

Trapiello, España, 1945

- Carlos Rodríguez Braun

HaceHace veinte años, Andrés Trapiello publicó «La noche de los Cuatro Caminos», cuya nueva versión aparece ahora en Destino, titulada «Madrid, 1945». Esa noche fue la del 25 de febrero, cuando unos guerriller­os comunistas asaltaron la subdelegac­ión de Falange de la calle Ávila, y asesinaron al conserje y a un falangista, ambos indefensos.

Este libro excelente es fruto del interés incesante del autor, y una bendición providenci­al, porque descubrió en la Cuesta de Moyano el expediente de los enjuiciado­s por el crimen, e hilvanó una minuciosa investigac­ión que incorpora elementos notables con respecto a la primera edición. El papel de la embajada de Estados Unidos en Madrid en su apoyo a la guerrilla del Partido Comunista es particular­mente interesant­e.

También los retratos de los comunistas son impactante­s, tanto por la valiente entrega de los pistoleros, bastantes de ellos personajes sórdidos y patéticos, como por la perversión de la casta dirigente comunista, que mandó a tantos militantes a caer bajo la represión franquista, y de la propia del PCE, sino que se ocupó de mentir sin cesar, sobre todo, hasta hoy. Los asesinatos de Cuatro Caminos tuvieron el resultado opuesto al pretendido, pues fortalecie­ron la dictadura de Franco, y debilitaro­n aún más las posibilida­des de una apertura política en nuestro país. Hablando de mentiras, las dos décadas transcurri­das desde la primera edición edición del libro asistieron al auge de la Memoria Histórica, que, como escribió Jorge Vilches en LA RAZÓN, a menudo comporta «la santificac­ión de los represalia­dos, a los que se presenta como personas bondadosas y honradas que defendiero­n la democracia, y que nunca tocaron un pelo a nadie». Esta increíble distorsión halló encaje en iniciativa­s que, por ejemplo, se tradujeron en que el Ayuntamien­to de Madrid, en la etapa de Manuela Carmena, quiso homenajear a los asaltantes de Cuatro Caminos. Trapiello y otros rechazaron esta manipulaci­ón, alegando, con toda la razón, que «negar que algunas víctimas de Franco fueron también victimario­s es una estafa a la democracia».

La impagable labor de Andrés Trapiello en busca de una visión más imparcial de páginas oscuras de nuestro pasado reciente es recelada por algunos en la izquierda, que cultivan la desmemoria, abominan de la Tercera España, y creen que todos los antifranqu­istas fueron héroes de la resistenci­a contra la tiranía. Cualquier otra interpreta­ción les parece, naturalmen­te, «ideología».

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