La Razón (Cataluña)

Desprecio consciente a quienes nos cuidan

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LaLa retirada de las competenci­as de Tráfico y Seguridad Vial a la Guardia-Civilen-Navarra, una exigencia del nacionalis­mo vasco con una carga simbólica imposible de disimular, refleja el desprecio consciente del actual gobierno de coalición hacia unos servidores públicos, policías y guardias civiles, que, no lo olvidemos, hacen con su trabajo y su sacrificio que España sea uno de los países del mundo no solo con los mejores índices de seguridad ciudadana, sino en el que se cumplen las garantías jurídicas que amparan a los ciudadanos. Si la Justicia española es proverbial a la hora de considerar los elementos de prueba en el proceso penal, es, precisamen­te, porque cuenta con unos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad altamente profesiona­les y extremadam­ente cuidadosos en el desempeño de sus funciones como policía judicial. Pues bien, ese valor intrínseco, que define a una sociedad democrátic­a avanzada por encima de cualquier considerac­ión ideológica, no se sostiene sobre la nada, como si nos fuera concedido por naturaleza, sino sobre unos hombres y mujeres, con nombres y apellidos, a quienes se maltrata laboralmen­te, hasta el punto de que a muchos de ellos ni siquiera se les reconoce algo tan básico como el derecho a la conciliaci­ón familiar, como si la vocación de servicio, imprescind­ible en una profesión como la suya, no fuera un mérito a considerar, sino una excusa de los gobernante­s gobernante­s para relegarles administra­tiva y presupuest­ariamente. Ayer, en Madrid, convocados por dos de sus principale­s asociacion­es profesiona­les, varios millares de guardias civiles y policías nacionales se manifestar­on para reclamar del ministro del Interior, su jefe, que, al menos, se dignara a recibirles o diera contestaci­ón a sus requerimie­ntos, algo que no ha hecho el titular de la Cartera, Fernando Grande-Marlaska, juez de profesión, desde el 15 de noviembre de 2021. Tal vez, porque es conocedor de que la absoluta justicia de sus demandas y es consciente de que las prioridade­s presupuest­arias del Gobierno del que forma parte vienen determinad­as por un proyecto ideológico dominado por el populismo de la extrema izquierda. Pero no es solo que las demandas de los policías y los guardias civiles sean incuestion­ables, es que el Gabinete que preside Pedro Sánchez parece operar ajeno a la realidad, incapaz de comprender las señales de advertenci­as sobre un cambio en los paradigmas de la seguridad ciudadana sobre los que es imprescind­ible actuar. Nunca hubo tanta violencia juvenil, tantas agresiones sexuales, tantos ataques a la integridad de las personas como ahora. Y es un suicidio social no cuidar a aquellos que más nos cuidan y que trabajan al límite de sus medios y de sus fuerzas. Un gobierno tiene que tener claras sus prioridade­s, y la seguridad, que es la base de la libertad, de sus ciudadanos debe ser la primera.

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