Brotes de violencia por la política «cero covid» de China
► Miles de trabajadores protestan en la mayor fábrica de iPhone del mundo por las duras condiciones de trabajo ante la pandemia
Ni la vigilancia omnipresente, ni la férrea gestión policial de internet, ni el sistema de «población controlada» para dominar a los súbditos del partido comunista que se consideran propensos al activismo, han frenado la furia de los trabajadores de la mayor fábrica de Apple del mundo. En China ha estallado una enorme protesta en la ciudad de Zhengzhou, provincia de Henan. Inusitadas escenas de disidencia abierta han marcado una escalada de disturbios en la «ciudad del IPhone», lo que simboliza un aumento de la frustración por las durísimas normas de Covid del país, así como por la inadecuada gestión de la situación por parte del mayor fabricante por contrato del mundo.
La emblemática planta de Zhengzhou, con unos 200.000 trabajadores, es la responsable de ensamblar alrededor del 70% de los teléfonos que vende Apple. En octubre, un aumento de los casos de coronavirus en la región obligó al fabricante a confinar la megaplanta de smartphones, tratando de mantener a la plantilla en sus instalaciones. Muchos huyeron despavoridos y volvieron a pie a sus casas, algunos caminando más de diez horas, para escapar de la represión por el bloqueo previsto en tales circunstancias.
Foxconn contrató entonces a nuevos empleados, con la promesa de generosas bonificaciones. El anuncio de la mega contratación implicó hasta 100.000 personas. El objetivo era satisfacer la demanda y los envíos del iPhone 14 antes de la temporada clave de compras de Navidad y fin de año. Al parecer, para evitar riesgos de contagio, a los recién llegados se les aseguró un alojamiento y un empleo con salarios más altos y primas, diferentes a las de la plantilla que ya ejercía en la planta. Las conclusiones habrían dado una respuesta diferente, desencadenando las protestas.
Desde que el proveedor de Apple Inc. impuso el llamado sistema de bucle cerrado a finales de octubre, se disparó el descontento por las estrictas normas de cuarentena, la incapacidad de la empresa para acabar con los brotes y las malas condiciones, incluida la escasez de alimentos.
El miércoles, la situación estalló como un polvorín, en una rebelión considerada la más importante desde la sonada huelga de 1.900 trabajadores de la planta de transmisiones de Honda Motors en China, que paralizó la producción en 2010. En esta ocasión, vídeos amateurs difundidos en redes sociales mostraron violentos disturbios, con cientos de trabajadores furiosos con las condicioneslaboralesmarchandocontra una policía ataviada con equipo antidisturbios y personas con trajes ignífugos.
Esa misma noche, imágenes en directo mostraron una escalada de la revuelta, en las que se podía ver a empleados coreando «¡Defendamos nuestros derechos! mientras se enfrentaban a porrazos a las fuerzas de seguridad. Foxconn nunca trata a los humanos como humanos», lamentó un afectado. Otras imágenes mostraban el despliegue de gases lacrimógenos y a los disidentes derribando las barreras de cuarentena.
Algunos se habían quejado de que durante su encierro se veían obligados a compartir dormitorios con compañeros que habían dado positivo en la prueba de COVID-19 o estaban descontentos con las restricciones impuestas en la fábrica, como el cierre de la cafetería y la escasez de suministros.
Los problemas de la plantilla podrían provocar un descenso de la producción del iPhone de hasta un 30%. Foxconn ha intentado mitigar la escasez de suministro ofreciendo primas y aumentando la producción en otra fábrica de Shenzhen, pero los trabajadores han acusado a la empresa de no cumplir los acuerdos contractuales. En un principio Foxconn aseguró que había cumplido con sus contratos de pago y que los informes sobre personal infectado viviendo en el campus eran «falsos». «En cuanto a cualquier tipo de violencia, la empresa seguirá comunicándose con los empleados y el gobierno para evitar que se repitan incidentes similares», añadió la compañía. Más tarde pidió disculpas aduciendo un error administrativo y ofreciendo un incentivo de 10.000 yuanes (unos 1.342 euros) al personal que decidiera marcharse.
La producción del Apple, afectada por la mayor ola de protestas en una década