Los chinos cada vez tienen menos miedo
► Además de huelgas, grafitis y pancartas, crece la disidencia en internet
Cualquiera podría pensar que las protestas en China son poco comunes. Sin embargo, una nueva iniciativa de Freedom House, denominada China Dissent Monitor (CDM), ha revelado que la sociedad china desafía con frecuencia a los gobernantes, tanto de forma colectiva como individual. El CDM documentó 668 incidentes de protesta y otras formas de disidencia en todo China continental entre junio y septiembre de 2022. De ellos, el 77% fueron manifestaciones, marchas y obstrucción de carreteras. Asimismo, corrobora muchas otras manifestaciones, como ocupaciones, huelgas, pancartas o graffitis de protesta, y una notable disidencia en internet.
Los temas que con más frecuencia impulsaron a la ciudadanía fueron el estancamiento de la vivienda, el fraude, las violaciones de los derechos laborales, las políticas de COVID-19, la corrupción y los derechos sobre la tierra. Sin embargo, aunque los ciudadanos no suelen desafiar al sistema político directamente, las autoridades tratan sus acciones como una amenaza. Por eso Xi ha puesto tanto énfasis en asfixiar el espacio cívico y asegurar la sociedad: el objetivo es reducir la capacidad de movilización de los ciudadanos.
Aunque el gobierno hace lo posible para impedir que los manifestantes se conecten, la gente consigue formar movimientos descentralizados que aumentan el impacto de su disidencia. Como ejemplo, un movimiento en Henan que incluyó a clientes de bancos de al menos otras cinco provincias, protestando contra las sedes financieras de la provincia que congelaron sus jubilaciones. La información internacional se centró en una gran manifestación en julio, pero el CDM registró 16 eventos separados relacionados con este movimiento desde junio.
Mientras tanto, en el gigante asiático, los casos de covid siguen aumentando considerablemente. Hasta el 22 de noviembre, el país informó de 29.157 nuevas infecciones, de las cuales 2.719 eran sintomáticas y 26.438 asintomáticas. Unos números que ahora resultan irrisorios para la gran mayoría de las naciones del mundo. No para la República Popular China, que ha optado por adoptar una estrategia de contención diferente mediante duros confinamientos pese a la vacuna.