La Razón (Cataluña)

La reina Isabel II vende (más) después de muerta

- Pedro A. Cruz Sánchez

LaLa subasta celebrada el pasado jueves 24 en la casa canadiense Heffel dejó varios titulares en forma de cascada: que se batiera el récord absoluto del precio más alto alcanzado por una obra gráfica; que dicho hito se produjese en una subastador­a que no es ni Christie’s ni Sotheby’s; que el autor de la pieza en cuestión sea el incombusti­ble y eterno Warhol; y que el motivo de la obra sea un retrato de la recién fallecida Isabel II. Con este cóctel de elementos reseñables, no es extraño que el sector del arte de lujo haya vuelto al nivel exclusivo de los grandes titulares en plena crisis económica global. En tiempos turbulento­s, el dinero se refugia en los valores seguros. Y, a tenor de los últimos acontecimi­entos, los grandes artistas de finales del XIX y del XX parecen representa­r una inversión exenta de incertidum­bres.

Pero desgranemo­s cada uno de los hechos arriba destacados. Una serigrafía de la reina Isabel II de Inglaterra realizada por Warhol en 1985 se ha convertido en la obra gráfica más cara de la historia al ser vendida por 853.000 dólares en Toronto. En términos absolutos, esta cantidad resulta pírrica cuando se la compara con los 195 millones de dólares en los que, este mismo año, fue vendida otra obra de Warhol: «Shot Sage Blue Marilyn». Pero, en términos relativos, esa cantidad constituye una auténtica barbaridad difícil de digerir. Las impresione­s gráficas se realizan en forma de series y, por lo tanto, no son obras únicas. Al no constituir piezas exclusivas, su valor decrece. El citado retrato pertenece pertenece a una serie de cuatro serigrafía­s, incluidas en el conjunto titulado «Reigning Queens», y el valor añadido que posee esta serigrafía de Isabel II –y que ayudaría a explicar, en parte, la astronómic­a cifra pagada– es que pertenece a un tipo de edición ultrarrara embellecid­a con polvo de diamante, y que, además, participó, en 2012, en la exposición «The Queen: Portraits of a Monary», celebrada en el Castillo de Windsor. Este retrato de Warhol suponía el único de toda la exposición cuya existencia no obedecía a un encargo oficial. Para obtener una idea de lo que supone la cotización, basta decir que la obra de videoarte más cara de la historia se vendió por un precio cercano al millón de dólares. Desde siempre, la producción gráfica se ha considerad­o como una «arte menor», destinado a coleccioni­stas de nivel inferior y con menor poder adquisitiv­o.

Por si no fuera suficiente, la pujanza de la marca Warhol se ha visto potenciada por la mística de la recién fallecida Isabel II. Todo lo que tenga que ver con su imagen, con su participac­ión estelar en la cultura visual del siglo XX, multiplica su valor conforme pasan los días. La «industria Isabel II» no tiene límites: no nos encontramo­s solamente ante una personalid­ad global, sino ante uno de los grandes iconos pop de los últimos 70 años. Quizá sea esta la causa del récord ajeno a Christie’s y Sotheby’s. La canadiense Heffel no forma parte del top 5 de las subastador­as a nivel mundial. Por eso, solamente la alianza de dos gigantesca­s marcas como son Warhol e Isabel II ha permitido que su nombre pase a formar parte de la historia de récords del mercado del arte.

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Imagen de la serigrafía de Isabel II por Warhol subastada por más de 800.000 dólares

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