Carla Toscano, la diputada milagrosa

Diario de un viejo que le grita al televisor

Dice Álex de la Iglesia que «vivimos enganchados a la adrenalina del apocalipsis». Tanto citar el apocalipsis, y al final va a llegar de verdad: una mañana van a sonar las trompetas del Final de los Tiempos o del Juicio Final y nos va a coger a todos en pelotas, con la inflación al alza y la Deuda Pública, que ya supera el billón y medio, disfrazadas de la Bestia o el Anticristo, a elegir. Cuentan que vivimos un tiempo de gran agresividad política. Yo creo que vivimos tiempos asombrosos y prodigiosos. A Vox se le fue Macarena Olona al Camino de Santiago, a ver si el Apóstol la ayudaba a fundar un partido o algo así, y ahora se nos aparece en carne mortal en el Congreso la diputada Carla Toscano como una Virgen milagrosa.

No es, parece, la Virgen de la Alegría de Tamara Falcó, pero sí luminosa y fulgurante. Con una sola frase («su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias») y sin recurrir a la Ley Trans, ha logrado la más grande transubstanciación que la Cámara recuerda en estos últimos tiempos apocalípticos: ha transformado a la ministra blanco de todas las críticas y de todas las iras por su leychapuza «solo sí es sí», en la nueva Juana de Arco del momento, en la gran heroína y mártir de la política «blackfriday» de la progresía woke, en la María Goretti nuevamente violada y torturada por las hordas fascistas-machistas.

Qué gran prodigio: ahí tenemos a la ministra de Igualdad convertida en santa, Irene Montero, en la María Magdalena que lapidada por la extrema derecha llora desconsolada en su escaño. El PP asegura que ha sido una torpeza de Vox. No, ha sido un milagro.