Goyas a la gloria de las «otras Españas»
SuperadoSuperado ya el debate del género, con unos Premios Goya que cada vez tienen más presencia femenina en despliegue orgánico; y aparcada la diversidad racial sine die, porque no vaya a ser que nos pasemos de «progres» y se enfade alguien, la Academia de Cine anunció ayer los nominados (y nominadas) de la 37ª. Edición de los galardones más importantes del cine español. Y, siguiendo las predicciones, «As bestas», de Rodrigo Sorogoyen, lidera la carrera por el «cabezón» con hasta 17 opciones de premio. El drama rural del director de «El reino», en ironía afrancesada por el pintor que da nombre a los premios, no es, sin embargo, la gran favorita, papel que aquí juega una «Alcarràs», de Carla Simón, que sigue imparable desde que consiguiera el Oso de Oro en el Festival de Berlín. La vuelta al melocotón de la directora catalana, de hecho, «solo» consigue anotarse 11 nominaciones, pero está a la espera de conocer, el próximo 21 de diciembre, si continúa peleando por el Oscar a la Mejor Película Extranjera.
Ambas películas, cruzadas por lo rural, por el eco discursivo que ha dejado en nuestro cine el fenómeno de la España vaciada, deberán competir con una «Modelo 77», de Alberto Rodríguez, que nos devuelve a la España que se quería sacudir de encima la dictadura. En terna de excelencia, las películas con más opciones de titular la crónica en Sevilla, el próximo 11 de febrero, nos hablan de las «otras Españas». En términos prácticos, como en la película de Sorogoyen, donde la «otredad» es espejo de nosotros mismos, de nuestros odios, filias e intereses particulares. También en lo ético, enseñando a la Cataluña que madruga, cosecha y desespera, en esa familia dependiente de la cooperativa que Simón filma con pulso colectivista y que ha «colado» a tres de sus actores no profesionales (Albert Bosch, Anna Otín y Jordi Pujol Dolcet) entre los nominados a revelación. Y, por supuesto, también en términos políticos, imaginando una España que no fue (o, incluso, que no quiso ser) a través de las condiciones infrahumanas a las que tuvieron que hacer frente sus presos.
Aunque estas películas parezcan haberse repartido ya el palmarés final, y por suerte, en mérito feroz de la Academia de Cine, el reconocimiento a las «otras Españas» es expansivo. Lo es por películas brillantes y atrevidas en lo formal, como «El agua», de Elena López Riera, que consigue la nominación a Mejor Dirección Novel y se apunta el tanto de Luna Pamies como actriz revelación. Lo es por el mérito que tuvo el trasvase de corto a largo de «Cerdita», de Carlota Pereda, y la confirmación de una actriz que lleva años peleando tablas de teatro, como su protagonista, Laura Galán. Y lo es, en la más física de las ternuras, por películas como «Cinco lobitos», de Alauda Ruiz de Azúa. A todas luces ópera prima del año, su fábula sobre las vidas que no llegamos a vivir viene a confirmar un cambio de ciclo en el cine español, empatando las 11 nominaciones de «Alcarràs» y prometiéndose, al menos, dos premios. Quizá se echa en falta más presencia de ese portento que es «La maternal», o el fresco de Isaki Lacuesta en «Un año, una noche», pero la cosecha es justa.