La Razón (Cataluña)

No hay mal que por bien no venga

► La mejor conclusión después de lo de Japón es que no nos cruzaremos con Brasil en cuartos. España tiene un serio problema en defensa

- Eduardo Inda

LaLa resurrecci­ón de Álvaro Morata cuando tocaba, aquí y ahora en el Mundial, nos invitó a soñar al desatascar el partido contra Alemania y al hacer lo propio contra un adversario que en la práctica resultó el huesecillo que algunos anticipába­mos. Conviene no olvidar que la columna vertebral del Japón que nos hizo morder el polvo es la misma que nos puso contra las cuerdas en las semifinale­s de los Juegos Olímpicos. Sea como fuere, y por muchos cuentos chinos que nos suelten acerca del chip infalible en la pelota, yo continúo viendo fuerísima el balón rival en la jugada que precedió anoche al segundo tanto de la selección del Sol Naciente. Decían que el VAR venía para corregir los errores arbitrales, pero la jugada recuerda peligrosam­ente a ese tangazo que nos pegaron en el Mundial de Corea del Sur y Japón contra el primero de los anfitrione­s. Fue lo de Japón, pero al revés: Joaquín metió un centro sobre la línea de fondo a Morientes que el delantero cacereño remató a gol. El colegiado egipcio Al Ghandour nos robó el pase a la semifinal alegando que había salido un balón que estaba dentro.

Ante Japón se repitió la historia con la diferencia de que entonces contaban con el argumento falsario del error humano y ahora carecen de él. Espero que la Real Federación Española de Fútbol repase a conciencia la jugada y proteste formalment­e. Más allá de todo eso, una cosa está clara: la goleada a Costa Rica en el primer partido fue lo peor que nos podía pasar. La tradiciona­l euforia «made in Spain» nos llevó a vernos levantando la Copa del Mundo antes de tiempo.

Alemania nos devolvió a la realidad. La Roja experiment­ó un sinfín de fallos defensivos y errores en la salida del balón y no supo amarrar el encuentro. Y ante Japón se repitieron todos estos agujeros tácticos elevados a la máxima potencia. España tiene un problema llamado defensa. Ni siquiera esa genial reconversi­ón posicional que es Rodri sirvió para paliar una retaguardi­a con más agujeros que un queso gruyère. Por no hablar de esos suicidas regates de Unai Simón en el área chica que a punto estuvieron de costarnos un disgusto.

Rezo todo lo rezable para que Luis Enrique meta en vereda al portero vitoriano y le explique que con el balón en los pies no es Neuer, el número uno del mundo en la materia. Concluyo con la frase que el dictador Franco espetó cuando le comunicaro­n el asesinato de Carrero Blanco: «No hay mal que por bien no venga». La noticia buena es que no nos cruzaremos con Brasil en cuartos de final; la mala, que nos vamos por la otra parte del cuadro y caerán en desgracia Francia o Inglaterra en semifinale­s.

Ni siquiera la genial reconversi­ón de Rodri resuelve los problemas atrás

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EFE Luis Enrique protesta durante el partido ante Japón

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