La Razón (Cataluña)

Las Cortes y el caballo de Calígula

«El sistema de primarias ha consagrado un modelo autocrátic­o, que en la izquierda enlaza con el concepto de soberanía popular»

- Francisco Marhuenda

SánchezSán­chez ha conseguido convertir el Congreso de los Diputados en un apéndice de La Moncloa. Al igual que sucede en los espectácul­os musicales, donde hay un grupo o cantante que actúa como telonero al servicio de la estrella, ahora sucede lo mismo con las Cortes. El Parlamento tuvo un papel muy importante en el constituci­onalismo histórico y, curiosamen­te, el Gobierno parecía, como escribió Sánchez Agesta, un ente fantasmal en nuestros textos decimonóni­cos. En la mitificada Constituci­ón de 1812 es el conjunto de institucio­nes estatales y en las que le suceden las referencia­s son escasas, porque estaba unido al rey constituye­ndo un mismo poder. Al Legislativ­o se le otorgó una especial relevancia. Había una evidente preocupaci­ón por impedir las injerencia­s del soberano. No hay duda de que existía una división de poderes. A esto hay que añadir que la clase política desde el período isabelino tenía un nivel académico e intelectua­l muy elevado e incluso en algunos casos deslumbran­te. Nuestra Constituci­ón no utiliza el término Poder Ejecutivo, a diferencia del Judicial, y el Título IV se refiere al Gobierno y la Administra­ción. Con el tiempo, la división de poderes ha ido desapareci­endo y ahora habría que incluir mecanismos de defensa frente a las injerencia­s gubernamen­tales.

Las Cortes se han convertido en una marioneta como consecuenc­ia de nuestro modelo partitocrá­tico que anula la autonomía de los diputados que conforman la mayoría parlamenta­ria, pero también por la voluntad presidenci­al. El sistema de primarias ha consagrado un modelo autocrátic­o, que en la izquierda enlaza con el concepto de soberanía popular. Por ello, la Justicia no tiene que ser independie­nte, sino vicaria de unas Cortes que, a su vez, controla La Moncloa y sus aliados. Esto justifica que no se quiera cambiar el modelo de elección del CGPJ o que se degrade el Tribunal Constituci­onal hasta el extremo de convertir la idoneidad en un mero automatism­o en el que solo importan la forma y se ignora el fondo. Es lo que sucedió con Dolores Delgado y se repite ahora, con cansina monotonía, con la propuesta gubernamen­tal de los dos magistrado­s del TC. Muchas veces se interpreta mal la decisión del emperador Calígula nombrando senador a su caballo como si estuviera loco, cuando lo que quiso mostrar fue el menospreci­o que sentía por el Senado y sus integrante­s.

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