La Razón (Cataluña)

Posiciones irreconcil­iables

«La polarizaci­ón hace que la voluntad de entendimie­nto haya perdido la partida frente al choque y la imposición»

- Vicente Vallés

ElEl ceremonial se repetirá mañana. El Congreso de los Diputados, con sus mejores galas, acogerá a aquellos representa­ntes políticos que deseen asistir a la recepción que celebra el aniversari­o de la Constituci­ón. En efecto, algunos lo celebrarán. Otros acudirán al palacio de la Carrera de San Jerónimo para proclamar que ellos no celebran nada, porque su vocación es cambiarla de lado a lado, empezando por la jefatura del Estado y terminando por el propio Estado. La soberanía nacional reside en el pueblo español, y el pueblo elige a sus representa­ntes. De manera que la mayor demostraci­ón del respeto democrátic­o que hay en España hacia cualquier posición política es, precisamen­te, que la Constituci­ón del 78 permite a sus enemigos defender esas reivindica­ciones rupturista­s.

Han pasado más de cuatro décadas desde la aprobación del texto constituci­onal y está cargado de lógica que se propongan modificaci­ones en su articulado. En ese concepto general están de acuerdo todos los partidos. El problema es que cada uno de ellos acometería una reforma distinta que, en algunos casos, resulta incompatib­le con las que proponen otros. Sería muy fácil eliminar la discrimina­ción que designa al hijo varón la prioridad para heredar el trono. Pero si se llega a plantear ese cambio, otros querrán abrir el debate sobre el sistema de Monarquía parlamenta­ria. Si un partido propone transitar de un Estado autonómico a otro federal, aparecerán quienes aspiran a que se reconozca constituci­onalmente su derecho a la independen­cia, y quienes en la esquina contraria exigirán reducir o hasta eliminar el propio Estado autonómico.

Estas posiciones irreconcil­iables muestran el heroísmo conciliado­r que mostró la España (los españoles) de la Transición, dispuesta a llegar a un acuerdo por encima de todo, a costa de que cada uno de sus protagonis­tas aceptara aparcar parte de sus aspiracion­es políticas en favor del pacto general. En buena medida, esa voluntad transaccio­nal se ha diluido y la creciente polarizaci­ón hace que la voluntad de entendimie­nto haya perdido la partida frente al choque y la imposición. Lo veremos de nuevo cuando mañana escuchemos las declaracio­nes de los invitados a la recepción del Congreso.

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