La Razón (Cataluña)

La fiesta de Sánchez no es la del cine

- Matías G. Rebolledo

UnaUna vez más en un mitin. Una vez más rodeado de simpatizan­tes. Una vez más sin avisar a quienes tendrán que hacer efectiva la medida. Este pasado fin de semana, el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en Puertollan­o que las entradas de cine para mayores de 65 años estarán subvencion­adas los martes, para que apenas cuesten 2 euros. «Tenemos que hacer de la cultura una política de Estado, todas las comunidade­s y todos los municipios, y desde luego el Gobierno de España», explicaba henchido de sí mismo, tras anunciar la medida sin letra pequeña, aclarando a toro pasado, y mediante filtracion­es a medios afines, que aún queda por negociar con el sector de la distribuci­ón hasta el día mismo de aplicación de la rebaja. Y así, siempre según los cálculos del ejecutivo socialista, más de nueve millones y medio de ciudadanos gozarán de un acercamien­to al cine, a las salas, que no mirará rentas ni ingresos, tan solo fechas de nacimiento. ¿Dónde está lo progresivo de la medida? Ya incluso es ridículo preguntars­e por lo progresist­a. El mismo PSOE que pone el grito en el cielo con la financiaci­ón, por ejemplo, de la escuela concertada, aplica medidas del mismo signo con clara intención electorali­sta.

Pero más allá de la política, la pregunta en el sector hace tiempo que se ha viciado, tanto que se ha vuelto casi dogmática. ¿De verdad es el precio el problema del cine? Según los datos de Comscore, compañía especializ­ada de referencia, solo uno de cada dos españoles repitió este fin de semana presencia en las salas respecto a la media acumulada entre 2015 y 2019, es decir, antes de la pandemia. Pese a fenómenos de taquilla recientes, como «Super Mario Bros.» o «Guardianes de la Galaxia Vol. 3» es objetivame­nte cierto que la ciudadanía no está regresando a las salas al ritmo deseado por productore­s, distribuid­ores y exhibidore­s. Cuando ya es completame­nte seguro, en términos sanitarios, acudir al cine, cabe entonces analizar el precio mismo. En 2013, hace una década, el precio medio de las entradas estaba en 6,5 euros, pero es que el año pasado fue de 6,1 euros. Es decir, el cine ya es más barato que antes de la pandemia y la gente sigue sin acudir en masa. El problema no es el precio.

Medidas como la de Sánchez, repetidas desde el desconocim­iento y la ocurrencia absurda, normalment­e desde agentes ajenos a la realidad de la industria cinematogr­áfica, solo nos conducen a un reparto aún menor de beneficios entre aquellos que todavía pueden pelearse un hueco en el sector. Y nos lleva, también, a las odiosas comparacio­nes. Primero desde lo individual: una entrada de cine, ya sea desde los 6 euros hasta los 13 de un horario más demandado, sigue siendo más barata que la entrada y consumició­n de una discoteca, es más económica que el teatro y, por supuesto, no llega a ser un tercio de un partido de fútbol en segunda división, no hablemos ya en primera. ¿Y las familias? El argumento ya es casi repertorio iniciático de cuñado. «No puede ser que ir al cine en familia cueste 50 euros». Y, por supuesto, no es un gasto que la España precarizad­a hasta el límite se pueda permitir, pero es que ningún plan familiar cuesta menos. Llamémoslo tarde en el parque de atraccione­s, un musical o una exposición inmersiva. Y es que hasta planes más a largo plazo, como los videojuego­s, han aumentado su precio hasta los 80 o 90 euros sin recibir el mismo trato.

Si el problema no es el precio, y el problema no es la experienci­a, en una sociedad que cada vez consume y demanda más series, más películas, volvemos de nuevo al absurdo socialista. ¿Por qué a los mayores de 65? Usted y yo ya sabemos exactament­e por qué, pero la justificac­ión de la medida, que se aprobará este mismo mediodía en Consejo de Ministros, no guarda siquiera relación con las mismas políticas del ejecutivo, últimament­e centradas (interrail, bono cultural) en aliviar a esa España, entre 18 y 35 años, que con suerte puede acceder al Sueldo Mínimo Interprofe­sional. La fiesta de Sánchez, que como se demostrará no es la fiesta del cine, promete dejar aún más en los huesos a nuestro cine.

 ?? C.E. ?? Los Cines Embajadore­s, abiertos justo tras la pandemia, han demostrado ser un magnífico ejemplo de gestión cultural ante la crisis del sector
C.E. Los Cines Embajadore­s, abiertos justo tras la pandemia, han demostrado ser un magnífico ejemplo de gestión cultural ante la crisis del sector

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