La Razón (Cataluña)

El cuento de Bildu

- José Maria Fuster-Fabra

UnUn periodista me preguntó si me sorprendía que Bildu llevase terrorista­s en sus listas. Mi respuesta fue que lo que me sorprender­ía es que no los llevase.

No es la primera vez que lo escribo, y me temo que no será la última, pero conviene recordarlo. Lo de Bildu se lo puede creer quién se lo quiera creer, como hay quien cree que Elvis Presley está vivo, o que Cataluña es una República, pero otra cosa es la realidad.

Verán, el principio del fin de ETA lo podemos podemos situar en 1992 cuando la Guardia Civil le da un golpe del que no se podría recuperar, deteniendo a toda la cúpula y su último gran líder, justo cuando pensaban manchar de sangre los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Capitalida­d Cultural de Madrid, y la Expo de Sevilla.

Luego ETA siguió matando, pero cada vez sus dirigentes eran más ineptos, sus comandos menos preparados y sus estructura­s paralelas más débiles. Empezaron a tener problemas con los presos, con los apoyos económicos, con la presión de los jueces y fiscales, y con la ayuda de abogados de víctimas.

La decadencia no vino de golpe, fue paulatina, años después, tras el atentado de las Torres Gemelas, Estados Unidos se tomó en serio todo el problema terrorista, Francia apretaba cada vez más, etc.

Solo un ejemplo anecdótico que me contó un funcionari­o que por entonces andaba por el sur de Francia sobre los últimos tiempos de ETA. «Mira José Maria, cuando un etarra se va a hacer pipí, hay uno de la Guardia Civil, un Policía Nacional, uno del CNI y si me apuras otro de la CIA con uno del Mosad mirando de que no manche la taza del váter».

En estas condicione­s, ETA es operativam­ente derrotada, pero desde siempre los terrorista­s tuvieron un brazo político. Ya en mi tesis doctoral establecía hasta treinta conexiones ETA-Herri Batasuna, por ejemplo, el atentado ante la casa cuartel de Vic, lo cometieron Zubieta, Monteagudo y Erezuma. Pues bien, quien puso en contacto a

Zubieta con sus otros dos compinches fue el alcalde de la localidad de Oreja, de Herri Batasuna, o la doble condición de dirigente de HB y miembro del comando Barcelona, de Felipe San Epifanio «Pipe».

Es decir la confusión o no confusión entre los políticos y los terrorista­s es muy antigua. Cuando operativam­ente los terrorista­s son derrotados, los políticos buscan una salida estratégic­a, para eso tendrán que hacer concesione­s, «que si sienten el dolor de las víctimas», «que si ha habido un proceso de debate», y todo lo que ustedes quieran. Y que no digo yo que no sea cierto en algún caso, como cierto es que nadie ha colaborado desde entonces para aclarar los más de tresciento­s asesinatos que quedan por esclarecer, bueno, por lo menos, hasta ahora…

La estrategia les ha salido bien y se lo ha comprado hasta el Presidente del Gobierno, pero son tan hombres de paz, como vivo está Elvis Presley o la República catalana existe.

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