La Razón (Cataluña)

El delantero «galáctico» que venció al racismo

- Ulises Fuente

ParecíaPar­ecía un Nureyev negro driblando defensas mientras se deslizaba sobre las puntas de las botas de tacos. Ni siquiera el pesado barro de los anegados campos de fútbol de Londres le hacían perder la gracilidad única y el estilo (hoy le llamarían «flow») de quien fue uno de los mejores delanteros que se habían visto en Inglaterra. Laurie Cunningham tenía un talento natural para el fútbol, porque él «acariciaba la pelota, no la atacaba», como era lo habitual entre sus coetáneos, gracias a su otra pasión, el baile, que voló la cabeza del eléctrico y flaco muchacho antes de cumplir la mayoría de edad. Cunningham fue el primer jugador negro en vestir la camiseta de la selección nacional británica sub 21 no sin haber soportado insultos que hoy nos escandaliz­arían. Fue un icono pop por su manera de vestir y su estilo de vida y también fue uno de los fichajes más caros de la historia cuando recaló en el Real Madrid en 1979. No tuvo suerte y cultivó una fama de juerguista (merecida a medias), destino que llevó con inmensa dignidad. Se casó con una española, tuvo un hijo madrileño y falleció en trágico accidente de tráfico cuando defendía los colores del Rayo Vallecano. «A Different Class» (Dermot Kavanagh, Colectivo Bruxista) cuenta la historia de este futbolista atípico.

Y es que en la era actual del deportista unidimensi­onal, ese que no es más que un mero escaparate de marcas, leer sobre la atribulada vida de Laurie Cunningham nos catapulta a un tiempo ajeno. Laurie inició su carrera en el Leyton Orient, un club de Londres de poco prestigio, pero uno de los poquísimos de la ciudad que aceptaban negros en sus filas. Los muchachos del Frente Nacional (un partido filofascis­ta) presionaba­n para su expulsión y las hinchadas rivales no se ahorraban métodos de intimidaci­ón: le arrojaban plátanos e imitaban el sonido del mono. Tampoco aflojaban

sus maneras los jugadores rivales, que le cosían a patadas... hasta que aprendió a zafarse de ellos con los mismos pasos de baile que practicaba por la noche en las discotecas donde se gestaba una movida cultural soul y funky.

En 1974, Inglaterra estaba sumida en la crisis política y económica y Laurie era célebre en la glamurosa escena de la noche londinense. Protagoniz­ó portadas y actuacione­s estelares. Fichó por el West Bromwich Albion, dirigido por Johnny Giles, un irlandés que había visto en primera persona cómo se discrimina­ba a sus compatriot­as tanto como a los caribeños en los célebres carteles de «No Irish, no blacks, no dogs» que algunos comercios de Inglaterra exhibían sin vergüenza. Sus actuacione­s en Europa (destrozó al Valencia de Kempes) y su superiorid­ad técnica y física hicieron que el Real Madrid pagase por él la astronómic­a cifra de 950.000 libras, una cantidad que le perseguirí­a como lo ha hecho después con tantos otros fichajes millonario­s. En la capital no tuvo suerte. Sufrió patadas hasta en los entrenamie­ntos. Formaba una delantera temible, por la derecha, con Santillana de delantero centro y Juanito de extremo izquierda. Hizo partidos memorables, como su visita al Camp Nou en octubre de 1980, de donde salió ovacionado por la hinchada local. Sin embargo, su fracaso en Europa y una lesión en el pie truncaron su carrera. Un mal diagnóstic­o y tratamient­o y, especialme­nte, unas fotografía­s de Laurie en una discoteca con el pie escayolado, provocaron el escándalo. Le acusaron de fiestero –dicen que era feliz en el Madrid de los inicios de la Movida– y de irresponsa­ble. Su carrera comenzó a desmoronar­se. Cunningham dejó de sonreír y de bailar. El Madrid perdió la paciencia y su mujer le abandonó. Después de algunos tumbos, recaló en el Rayo Vallecano. En Madrid, una ciudad que «había llegado a amar», como dice Kavanagh en su biografía, conoció a Silvia López, con quien mantuvo una hermosa relación y juntos tuvieron a Sergio. Laurie volvió a ser un ídolo local en el proletario Vallecas. El 15 de julio de 1989 un accidente acabó con la vida de un jugador «de clase diferente».

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A la izquierda, Cunningham con la camiseta del Real Madrid; arriba, en una revista

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