La Razón (Cataluña)

La universida­d que inspira a las letras

► Un libro recoge textos de escritores sobre la institució­n que cumple 150 años, un recorrido literario que nos lleva de Joan Maragall a Anna Crusafont pasando por Carmen Laforet, Jaime Gil de Biedma y Josep Pla

- Víctor Fernández. BARCELONA

E n este año el edificio histórico de la Universita­t de Barcelona está conmemoran­do sus 150 años de historia con numerosas actividade­s, algunas de ellas relacionad­as con las letras. Y es que esa casa ha sido hogar o lugar de paso de no pocos escritores. Algunos de ellos han dejado anotado en novelas, poemas o diarios ese hecho. Eso es lo que podemos encontrar en un volumen que acaba de ver la luz bajo el título de «Mons secrets», una antología preparada por Noemí Montetes-Mairal y Joan Santanach y publicada por Edicions de la Universita­t de Barcelona.

Se trata de un recorrido que nos lleva de Joan Maragall a Anna Crusafont, en un viaje literario en el que nos encontramo­s con nombres como Josep Pla, Jaime Gil de Biedma, Carmen Laforet, Pere Gimferrer o Montserrat Roig, entre muchos otros. Como apuntan los responsabl­es de la edición, a lo largo de este siglo y medio, el edificio edificio ha sido objeto de recuerdos más o menos elegíacos, así como escenario de no pocas narracione­s, aparte de ser citado en textos memoralíst­icos por parte de quienes lo han frecuentad­o o siguen frecuentán­dolo. Eso hace que fuera necesaria una antología de estas caracterís­ticas, incluso añadiendo aquellas páginas redactadas cuando el llamado Edificio Histórico todavía no había echado sus raíces en la capital catalana.

Entre los primeros en verter tinta sobre el tema que nos ocupa destacan Joan Maragall, Carles Soldevila o Marià Aguiló, quien fuera responsabl­e de la biblioteca de la docta casa. Respecto a Maragall, en sus «Notes autobiogrà­fiques» hacía memoria de un capítulo de su juventud, el momento en el que tuvo que escoger carrera porque no servía para industrial. Parecía que la abogacía podía ser la mejor solución, aunque el autor de «El Comte Arnau» no sabía en esos momentos la que se le venía encima. Maragall afirmaba en esas notas que esa etapa universita­ria fue «lo temps ditxós de ma joventut». Ya se ha citado por aquí a Marià Aguiló, quien fue el encargado del traslado al edificio de la plaza Universita­t de los volúmenes que se guardaban en la Universida­d de Cervera. En la antología podemos leer una carta en la que Aguiló la llegada de los libros de Ramon Llull al centro. Entre los primeros poetas que dedican sus versos a ese «templo de la sabiduría», como lo llamaba Maragall, destacan Joaquim Folguera y Josep Carner quien afirmaba que «quan vagis a l’aula/ veurà la Vritat/ –que és el que ens ensenya/ la Universita­t–».

La Universita­t de Barcelona ha sido testigo de los muchos acontecimi­entos que le tocó vivir, como es el caso de la Guerra Civil, y que encontramo­s en los dietarios de Ferran Soldevila donde refleja perfectame­nte el caos provocado por los bombardeos de la aviación sublevada. Soldevila, el 3 de enero de 1939, se preparaba para el exilio mientras desayunaba en el edificio histórico bebiendo un cacao elaborado en el laboratori­o de química. En el patio de Derecho, escribe Ferran Soldevila, «la bomba ha destrossat unes quantes llambordes i ha fet un sot no gaire gran ni gaire profund».

Si hay una novela que marca un antes y un después en el panorama literario español de la posguerra esa es «Nada» con la que una por entonces desconocid­a joven llamada Carmen Laforet se alzó con el Premio Nadal. Parte del relato tiene como fondo la casa de la calle Aribau en la que nació la narradora, así como el edificio que celebra ahora sus 150 años. Esto podemos leer en un pasaje de «Nada» donde la protagonis­ta habla de cómo «el coche dio la vuelta a la plaza de la Universida­d y recuerdo que el bello edificio me conmovió como un grave saludo de bienvenida».

Habitual de estas aulas fue Jaime Gil de Biedma quien también habla de su pasado universita­rio en su «Retrato del artista en 1956» donde refleja ese ambiente crispado de la posguerra: «Me acuerdo que en mi primer curso de universida­d hubo dos días de pelea con los falangista­s en el patio de Derecho y luego fuimos un grupo a ver al barón de Viver, jefe de los juanistas de Barcelona, en su despacho del Banco Central».

Una mención aparte la merece uno de los inicios más brillantes de la historia de la literatura catalana, el de «El quadern gris» de Pla que empieza con el cierre de la universida­d por la gripe.

Joan Maragall decía que su época como estudiante universita­rio fue «dichosa»

El inicio de «El quadern gris» es uno de los más brillantes de la historia de la literatura catalana

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UB La fachada del Edificio Histórico de la Universita­t de Barcelona que cumple 150 años

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