El virus infecta ya a una de cada 823 personas y en julio lo hacía a una de cada 20.000
España registra un cuarto de millón de contagiados nuevos cada mes y 1.300 hospitalizados más cada semana
Aunque la segunda ola de la pandemia irrumpió en torno al 12 de junio de manera mucho menos abrupta que la primera, allá por marzo, su avance parece incontenible y empieza a arrojar algunos datos inquietantes. En el el mes de julio, por ejemplo, el SARS-CoV-2 infectaba a alrededor de una de cada 20.000 personas en España. A principios de agosto, en plena canícula, lo hacía ya a aproximadamente una de cada 3.300 personas. Hoy, lo hace a uno de cada 823 ciudadanos. El grave peligro es que, lejos de detenerse, esta tendencia se mantiene, según el análisis del economista Francesc Pujol, en base a las estadísticas del Ministerio de Sanidad.
Este departamento está registrando en torno a 60.000 nuevos casos semanales de Covid-19 en nuestro país, lo que equivale a un cuarto de millón al mes. España ha superado asimismo la barrera de los 10.000 ingresos hospitalarios y se contabilizan cerca de 1.300 hospitalizaciones netas a la semana, que son la diferencia entre las nuevas que se producen de pacientes infectados y las altas de los que han mejorado. Estos ingresos netos son los que marcan el camino hacia la saturación hospitalaria y hacia el colapso de las Unidades de Cuidados Intensivos y otros servicios alternativos usados para la atención de pacientes críticos como las unidades de reanimación o los quirófanos habilitados al efecto.
Tal y como avanzó ayer LA RAZÓN, intensivistas y otros especialistas consultados por este periódico auguran que dicho colapso empezará a producirse a partir del 29 de septiembre de forma progresiva, empezando por algunos hospitales madrileños y por otros centros de La Rioja, Murcia o Canarias. A lo largo del mes de octubre, la saturación se irá extendiendo por el resto de las UCIS del país.
Los datos que maneja el Ministerio no son tampoco halagüeños en el caso de los fallecimientos. En los últimos 14 días se han registrado 1.171 defunciones, a una media de 83 al día, según el análisis de Pujol. Expertos consultados por este periódico creen que no sería descartable que a partir de octubre se contabilizaran en torno a mil muertes a la semana sólo por Covid-19.
Eso arrojaría una saldo en seis meses cercano a 24.000 óbitos, a los que habría que sumar los ocasionados por otras patologías cuyo tratamiento, además, ha comenzado a aplazarse, como sucedió durante la primera ola. La mayor parte de los servicios de salud disponen de planes de elasticidad que están diseñados para incrementar los recursos sanitarios destinados a la atención de la pandemia, detrayéndolos de los que se emplean para enfermedades programadas no urgentes. Los cardiólogos ya han alertado de que la mortalidad por infartos de miocardio se disparó durante toda la primera ola. Algunas comunidades ya han empezado a aplicarlos y se están suspendiendo operaciones y consultas de enfermos libres de Covid-19. Los últimos datos apuntan a que la infección sigue descontrolada en Madrid y Navarra, y empeora en las dos castilla y Extremadura.
No es el Brexit, ni las discusiones sobre el reparto de los fondos de reconstrucción tras la pandemia. Pero hay otra brecha que amenaza con dividir Europa en dos tipos de países: los que piden a sus ciudadanos que mantengan una cuarentena mínima de 14 días después de haber dado positivo en Covid-19 y los que no. En este grupo (los que no) se engloba un amplio abanico de variantes: defensores de las cuarentenas de 10 días, de 7, de 5…
Obviamente, la palabra cuarentena alude a un periodo de tiempo muy superior, los cuarenta días (quadraginta, cuatro veces diez) de confinamiento que se pedía a los sospechosos de portar la peste bubónica en la Edad Media. Hoy, pocas enfermedades requerirían un aislamiento tan largo.
La «cuarentena» de 14 días que comúnmente se ha venido aplicando a los contagiados por el nuevo coronavirus fue recomendada desde los comienzos de la pandemia por todos los organismos sanitarios internacionales, entre ellos la OMS. La longitud del aislamiento venía dada por el conocimiento que en aquella época se tenía del ciclo de vida del virus. La clave de tal medida se encuentra en el periodo de incubación del SARS-CoV2, el tiempo que pasa desde que una persona se expone al microorganismo y los primeros síntomas comienzan a aflorar.
El conocimiento que se tenía sobre la enfermedad a comienzos de la crisis y que parecía confirmado por algunos estudios científicos publicados hasta mayo indicaba que el periodo medio de incubación es de 5 días y que se podría extender incluso hasta los 11 días en algunos casos. Proponiendo una cuarentena de 14 días, la OMS se aseguraba que en la mayor parte de las ocasiones, una persona que no haya manifestado síntomas, no es contagiosa.
Pero las cosas no son tan sencillas como eso. A veces, el tiempo que pasa desde el primer contacto hasta la percepción de los primeros síntomas es mucho mayor. En un 2,5% de los casos el periodo de incubación se alarga hasta más de 15 días yse han registrado eventos sintomáticos hasta casi un mes después de la infección. A pesar de ello, el 90% de los infectados experimenta sus síntomas en los 10 días posteriores al contagio.
Hace unas semanas, el BMJ Open (publicación abierta de referencia sanitaria) publicó un metaanálisis de los estudios conocidos hasta ahora sobre el ciclo de vida del coronavirus. A la luz de los nuevos datos se puede decir que el periodo de incubación en mucho más variable de lo que se creía cuando la OMS decretó la medida de los 14 días. Prácticamente el 75% de los casos aflora los primeros siete días del ciclo. El momento de aparición de los síntomas más habitual es 4 días después del contagio aunque la media es algo superior (a partir de quinto día).
Este informe sirvió ya en su momento para que Fernando Simón pudiera declarar que «a partir del séptimo día hay poca gente que sea infectiva». ¿Es esto realmente verdad? De serlo no tendría ningún ningún sentido mantener cuarentenas de 14 días. Si hacemos caso a las autoridades sanitarias francesas o alemanas, que están reduciendo los periodos de confinamiento, 14 días es un periodo demasiado largo. Se basan en la idea de que si el 90 por ciento de las personas infectadas desarrolla síntomas antes del día 10, y solamente el 10% de las personas que han estado en contacto con un infectado desarrolla el mal, al confinar 14 días a infectados y sus contactos estamos condenando a dos semanas a miles de ciudadanos de los que una mínima parte son potencialmente contagiosos.
Pero si hacemos caso a Yong Poovorawan, un virólogo de la Universidad Chulanlongkorn de
Bangkok, 14 días de confinamiento son demasiado pocos.
Tras analizar 212 casos de Covid en su hospital detectó un 6,6 por ciento de episodios que afloraron entre 4 y 12 semanas después del contagio. Este investigador propone extender las cuarentenas hasta 28 días para descartar contagios tardíos.
El consenso de los 14 días, en cualquier caso, se está rompiendo. Un estudio de la Johns Hopkins University del pasado mayo detectó que el 97,5 por ciento de los enfermos desarrolla síntomas en los primeros 11 días del periodo de incubación. Desarrollar síntomas después de los 11 días es posible, aunque raro. ¿Cuánto de raro?
Ya en febrero, un trabajo realien zado con viajeros procedentes de China hablaba de que solo el 5% de los casos tenía periodos de incubación superiores a los 11 días. ¿Es lógico imponer cuarentenas tan largas entonces?
El asunto se complica al hablar de casos especiales. Para establecer una cuarentena es importante observar el periodo de incubación del virus. Pero o solo eso. Sabemos que existe una posibilidad de ser contagioso en periodo asintomático y que el virus desaparece del cuerpo de manera muy diferente según la edad del individuo. Una cosa es «incubación» y otra el tiempo que pasa desde el contagio y la primera «negatividad», primera vez que las pruebas de detección del virus dan negativo. Aunque la evidencia demuestra que la mayor parte de los contagiados son infectivos en un periodo de tiempo muy reducido (entre un par de días antes de aparición de síntomas y 5 días después), la presencia del SARS-CoV2 en al cuerpo es más prolongada.
En el caso de los niños, especialmente. Una investigación publicada en Journal of Pediatrics advierte de que entre los pacientes de 6 a 15 años el tiempo medio hasta la eliminación total del patógeno es de 32 días. A partir de 16 años ese tiempo se reduce a 18 días. Al parecer, las niñas tardan incluso algo más en eliminar el virus.
Las diferencias de edad y sexo relacionadas con el ciclo de vida del virus hacen más difícil si cabe la decisión sobre una cuarentena universal. El Consejo Científico Francés es partidario de imponer cuarentenas de 7 días. Con ello se pretende conciliar la más reciente evidencia sobre el contagio con la necesidad de reactivar la actividad económica. En España se sigue debatiendo reducirla a 10 días y en otros países se ha flexibilizado el sistema (cuarentenas de 14 días, con control a los 10 días que puede permitir detenerla).
En cualquier caso, aún hay demasiadas incertidumbres acerca del modo en el que el coronavirus se expresa dentro de nuestro organismo. El debate de la cuarentena sigue abierto.