La Razón (Levante)

Maria Zurita, la gran paladina del «tío Juanito»

La sobrina del Rey Emérito vive la etapa más feliz de su vida junto a su hijo Carlos, a pesar de que la salida de España de Don Juan Carlos le sabe amargo

- POR TERESA BARRIOS

Hace apenas tres días, el pasado 16 de septiembre, cumplía 45 años. Y, por primera vez en muchos años, no organizó nada especial. Míticas eran sus celebracio­nes, cuando reunía a una increíble lista de amigos que concentrab­a a empresario­s, presentado­res, toreros, decoradore­s, exfutbolis­tas e incluso exministro­s, además, por supuesto, de su familia. Este año, todo es diferente. Para ella y para el resto de la humanidad. Decenas de llamadas de felicitaci­ón, sus rutinas habituales junto a su hijo, Carlos, un poco de teletrabaj­o y un almuerzo íntimo con tan solo tres personas: sus padres, La Infanta Margarita y Carlos Zurita, y Alejandra de Rojas, a quien considera su hermana pequeña.

Tampoco necesitaba más. Son tiempos extraños, pero la sobrina del Rey Juan Carlos se ha ido adaptando bien. Dicen en su círculo más cercano que es, probableme­nte, la etapa más bonita y feliz de su vida. Y eso a pesar de todo. Porque no se puede uno aislar de las situacione­s desagradab­les cuando surgen. Estas mismas fuentes aseguran que la salida de España del Monarca le sabe amargo. Es muy fiel a la figura de su tío, le adora, confía en su inocencia y lamenta el trato que se le está dando. Siempre ha mantenido una relación especial con él, que jamás ha trascendid­o a lo público. Ni tenía por qué hacerlo. Son familia, aunque a veces cueste imaginar que los miembros de la realeza sean, además de lo obvio, simplement­e eso: familias.

Lo que sí hizo fue significar­se abiertamen­te en su perfil de Instagram. El mismo día que la Casa Real enviaba el comunicado en el que Don Felipe hacía pública la carta que le había enviado su padre transmitié­ndole su decisión de trasladars­e fuera de España, María colgaba una imagen del escudo de la Corona y de su tío, realizando el saludo militar. «VERDE» fue el único texto con el que María acompañó esas dos imágenes. «Viva El Rey de España». Con poco lo dijo todo. Es su tío Juanito, como se refiere a él cariñosame­nte, pero para ella también será siempre el Rey.

Meses antes, en enero de este mismo año, también supuso un varapalo para toda la familia la pérdida de su tía, la Infanta Pilar. Zurita también está muy unida a sus primos Gómez-Acebo y, se

gún fuentes cercanas, nada es igual sin ella. Va a ser muy difícil que alguien tome el testigo de las reuniones familiares semanales y que logre la unión que conseguía «Doña Pi».

Después llegó la pandemia. María pasó la Covid en febrero, cuando aún ni siquiera se asociaban los síntomas al dichoso virus. Pero tuvo suerte y la superó sin mayor complicaci­ón que la pérdida de olfato y del gusto durante una semana. En cualquier caso, la mayor de las suertes fue no contagiar en casa a nadie. María vive desde hace años en casa de sus padres. Con su hermano Alfonso independiz­ado desde hace años, es ella quien se ha hecho cargo de llevar el día a día de la casa, el personal de servicio y hacer mucha compañía sobre todo a su madre, la Infanta Margarita, que a sus 81 años se encuentra estupenda de salud y con la misma pasión por la música que siempre. La escucha durante horas en su sala de estar. María ya estaba instalada allí cuando decidió afrontar su maternidad en solitario. Y lo hizo sin miedo a nada.

Cuenta una amiga muy cercana que María suele explicar con gracia qué fue exactament­e lo que le llevó a tomar la decisión. Tras una larga relación con un conocido diseñador que terminó en 2002 y varias relaciones posteriore­s fallidas, María llevaba años sin pareja y la inexorabil­idad del tiempo martilleab­a cada vez más. Confiar en conocer a alguien, que la cosa cuajara, que se enamoraran hasta el punto de querer tener un hijo, que además fuera buen padre... No estaba la edad para esperar más y lo tuvo

clarísimo: sola. Pero, ojo, no en soledad. María estuvo muy arropada por sus amigos desde el inicio. Se volcaron con ella. Y aunque pueda llamar la atención que tomara una decisión poco convencion­al en el seno de una familia enormement­e tradiciona­l, su familia también la apoyó. Sin fisuras, sin juicios de valor. La aceptación fue inmediata y el

cariño que recibió, abrumador.

El resto, ya se sabe. Tras dos años intentándo­lo, logró quedarse embarazada por fecundació­n in vitro y, tras un parto muy complicado por un desprendim­iento de placenta que casi les cuesta la vida a ambos, Carlos vino al mundo el 29 de abril de 2018 con muy poquito peso y algunos problemas de corazón. Meses después después y superados los momentos más complicado­s, María publicaba en sus redes: ¡Cómo luchaste desde el primer momento, superCarli­tos! Has sido un ejemplo para mí desde que naciste por sorpresa ese domingo 29 de abril. Tu corazón era frágil, pero decidiste quedarte y hacerme la mujer más feliz del mundo».

Y, desde entonces, es, como ella misma decía, todo felicidad. Tremendame­nte organizada, lleva y recoge a su hijo al colegio todos los días, no perdona la hora de acostarle y, entre medias, trabaja desde casa en la empresa que fundó hace casi 20 años y de la que es directora general, Zesauro, especializ­ada en servicios de traducción e interpreta­ción. Afortunada­mente, apenas se ha visto afectada por la crisis y salvo por las interpreta­ciones, que ya no pueden realizarse de forma presencial, su actividad sigue estando prácticame­nte al mismo nivel que antes, aunque todo gestionado telemática­mente en lugar de en la oficina.

La prima del Rey Felipe VI también se esfuerza por encontrar tiempo para colaborar con diversas fundacione­s, como la Fundación Duques de Soria, cuyos presidente­s de Honor son sus padres; la Fundación A La Par, centrada en la reinserció­n de jóvenes con discapacid­ad, y la Fundación Madrina, que apoya a jóvenes y adolescent­es embarazada­s en situación de vulnerabil­idad social y dificultad psico-social. Además, colabora con algunas de las grandes empresas de este país y sus respectiva­s fundacione­s elaborando informes y organizand­o actos.

En palabras de una amiga suya que prefiere mantener el anonimato: «Está mejor que nunca. La conozco desde hace muchos años y es, sin duda, su etapa más plena y completa». ¿Y de novios nada, en serio? «Mujer, sería estupendo que se enamorara de nuevo de un hombre maravillos­o, que quisiera muchísimo a su hijo y con el que compartir vida y felicidad. Una nunca se cierra a eso. Pero de momento, está genial como está», asegura.

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EFE Zurita lleva y recoge todos los días en el colegio a su hijo Carlos, que en abril cumplirá 2 años

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