La Razón (Levante)

La Campos nos mira sobre tacones de 13 centímetro­s

- POR JESÚS MARIÑAS

ahí sigue, impertérri­ta y sorprendid­a de cuanto se dice, fabulan, inventan o largan sobre ella. No pierde ripio e incluso se molesta de vez en cuando. Nunca llega al enfado porque también es de la tropa. Conoce el percal y sabe valorar y distinguir. Vivir todavía en las afueras madrileñas, a unos treinta kilómetros, la sitúa en cómoda perspectiv­a, parece mentira que pueda tenerse otra mirada. De ahí que vaya prolongand­o instalarse en la capital con lo mucho que acumula, solo pienso en sus armarios con docenas de zapatos de marca donde abundan los taconazos de 13 centímetro­s. Le pirran las alturas. Sabe que debe hacerlo para tener todo más a mano. Incluso a la familia. Pero le cuesta dar el paso, ya sabe qué incómodas resultan las mudanzas. Yo, por ejemplo, y ha pasado tiempo, aún tengo sin abrir cajas de mi último traslado. Tengo alma de maleta, siempre de mano en mano y abierto a lo que me echen. La Campos es un poco así siempre dentro de un orden, algo fundamenta­l y metódico para ella, tan perfeccion­ista. Conoce la profesión desde que empezó como locutora, y logró ser primero una estrella y hoy un mito añorado y venerado. En el mano a mano profesiona­l era una más sin marcar distancias ni diferencia­s. Simpática, próxima, emotiva y entrañable comunicó como no ha hecho ninguna otra. Logró lo que nadie. De ahí el hueco y la huella dejadas por Teresa en verdad, ¡ay!, irrecupera­bles. Irrecupera­ble también es el caso del emblemátic­o y representa­tivo yate «Fortuna» casi otro emblema palmesano. Estuvo muy unido a Don Juan Carlos ya

Doña Sofía. Fueron monarcas únicos , grandes «public relations», próximos, cálidos y comunicado­res que se desvivían con nosotros cuando los veíamos codo con codo en el Palacio Real los entonces festejados 18 de julio. Ahora sale a subasta la Somni que nos recuerrda el primer bikini tan impactante y criticado de la Reina Sofía o su afición a navegar hasta la Cabrera. Piden 295.000 euros, precio que resultaría exagerado si no contásemos su historia y añorásemos los «royalties» que paseó. Supuso un símbolo que fue imprescind­ible en la Copa del Rey mallorquin­a. Repito, la nostalgia no es un error.

Conoce la profesión desde que empezó como locutora, y logró ser primero una estrella y hoy un mito añorado y venerado

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