La Razón (Levante)

Illa quiere declarar enero el mes de los caídos, ay

- Jesús Amilibia

Cuentan que el ministro de Sanidad desea declarar enero el Mes de los Caídos por

Filomena. Quiere rendir sentido homenaje a los esforzados y heroicos ciudadanos que dieron y dan con sus huesos en el hielo en su odisea por intentar llegar al trabajo, al súper o a la farmacia. Para dar visibilida­d a la idea, es su intención levantar un monumento a las miles de víctimas de los resbalones, una cifra que sigue creciendo. Será la estatua de una persona herida, apoyada en dos muletas, con una sencilla inscripció­n en verso que se ha encargado, dicen, al poeta García Montero y que dirá así, más o menos: «Filomena, pena helada/ con tu feroz y larga ola/ y el ay de la dura costalada/ dejaste a Madrid sin escayola». Irene Montero se opone, de momento, a que figure el nombre de Filomena: considera que poner nombres de mujer a las catástrofe­s naturales es una clara muestra del machismo y el heteropatr­iarcado que desea personaliz­ar en la mujer todos los males de la humanidad.

Díaz Ayuso está de acuerdo con el homenaje y el monumento, pero estima que la leyenda debería ser algo así: «De mi resbalón, dolor y fractura/responsabl­e fue el Gobierno caradura». Por cierto, que Jorge Javier

Vázquez ha tenido a bien preguntar en «Sálvame» a

Ignacio Aguado, vice de la comunidad de Madrid: «Usted que tiene la suerte de tenerla tan cerca ¿Isabel Díaz

Ayuso es así o se lo hace?». El vice salió como mejor pudo del aprieto: «Ella es así, no esconde nada». En las redes pidieron que las feministas condenaran el

ataque a Isabel, pero todos sabemos que esto sería como pedir a Marlaska que enviara flores a Margarita Robles. En este cruel comienzo de año, precisamen­te ahora que está sin novio, sola, fané y descangaya­da, como reza el tango, sólo le faltaba a la torpedeada Ayuso que «Sálvame» se sumara sin piedad a los fusileros habituales. Al menos ha quedado claro que Isabel no esconde nada en la faltriquer­a ni en el relleno del sostén ni tan siquiera en el cardado que le hacía su novio, el peluquero Jairo Alonso. Es tal cual. La pena, penita, pena es que la presidenta no tiene ahora quien la peine. ¿Cambiará al flequillo cortina o al moño alto?

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