La Razón (Levante)

EL MAESTRO QUE INVENTÓ A HIERRO

ARGENTINO NACIONALIZ­ADO CHILENO, TRIUNFÓ EN VALLADOLID, DONDE FALLECIÓ EL PASADO VIERNES

- POR DOMINGO GARCÍA

VicenteVic­ente Cantatore tenía 85 años y padecía Alzheimer. Su memoria se marchó antes que él, pero en los lugares por donde pasó nunca se olvidarán de lo que hizo por ellos. Especialme­nte en dos, en Calama y en Valladolid.

Calama es la ciudad chilena en la que habita el Cobreloa, el modesto equipo chileno al que Don Vicente llevó en dos ocasiones a ser campeón de la liga chilena y en otras dos a ser subcampeón de la Copa Libertador­es. Cobreloa es un equipo creado en 1977 y sólo tres años después ya ganaba el campeonato de su país.

Cobreloa, que debe su nombre a las minas de cobre de la región, nunca olvidará a Cantatore, fallecido el pasado viernes. «Su personalid­ad era extraordin­aria. Confiaba plenamente, en el jugador. La armonía que existía y las ganas de querer trabajar eran el fiel reflejo de lo que quería», reconoce Óscar Wirth, portero de aquel equipo. Luego volvió a coincidir con Cantatore en Valladolid, donde lo hizo debutar como central en un partido contra el Sevilla. Pero eso no cambia la opinión que tenía de él, un entrenador amado por sus futbolista­s.

Nacido en Argentina hijo de emigrantes italianos y nacionaliz­ado chileno, en Valladolid encontró su casa. Llevó al equipo de la ciudad a la cima de su historia y en la cercana localidad de La Cistérniga vivió después de su retiro. Cuando llegó apenas hacía un año que el Pucela había ganado su único título, la Copa de la Liga. Pero Cantatore llevó al equipo a dar un paso más. Fue subcampeón de la Copa del Rey, perdió contra el Real Madrid con un gol de Gordillo, pero los madridista­s ya eran campeones de Copa y el Valladolid pudo jugar la Recopa por primera vez en su historia.

En Pucela trabajó en tres épocas diferentes. Llegó en 1985 y después de su primera temporada gloriosa, dimitió nada más disputarse la jornada inicial en el curso siguiente por diferencia­s con la directiva. Regresó un año después y aún volvió una vez más para dirigir al equipo en la temporada 96/97.

En Zorrilla trabajó con futbolista­s como Eusebio y Fonseca, dio una oportunida­d a Torrecilla y Juan Carlos, pero su mayor descubrimi­ento fue el de Fernando Hierro. El ex capitán del Real Madrid y de la selección llegó al Valladolid sin más aval que el de ser el hermano pequeño de Manolo Hierro, el central del equipo. Cantatore vio en él algo que los demás no habían visto y Fernando Hierro se lo agradece aún. «Si yo no me hubiera encontrado con Vicente Cantatore, mi carrera deportiva no hubiera tenido sentido», decía el viernes en la cadena Ser después del fallecimie­nto del técnico. «Como ser humano me enseñó a valorar la vida deportiva, familiar, fue una universida­d de la vida para mí. Fue un entrenador muy adelantado a su tiempo porque cuando nadie usaba la psicología él la usaba como nadie», añadía Hierro.

Trabajó también en el Tenerife, el Real Betis y el Sporting de Gijón, donde terminó su carrera como técnico, pero fue el Sevilla el otro equipo español en el que destacó. «Fue una de las personas más influyente­s en mi carrera. Cambió mi forma de jugar. Más que un entrenador, era como un padre. Estaré eternament­e agradecido a don Vicente Cantatore», explica Zamorano.

La mayoría de jugadores coinciden en su aspecto motivador y en su enorme valía como persona. «Era muy cercano al jugador y capaz de encontrar argumentos para motivarte y lograr tu mejor nivel», asegura Juan Carlos Unzué.

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EFE

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