La Razón (Levante)

Iglesias, de Vistalegre a Moncloa

- Francisco Marhuenda

LosLos malos estudiante­s siempre tienen excusas para justificar el suspenso en un examen. Por ello, es sorprenden­te que el profesor Iglesias, con un buen expediente académico, actúe de esta forma y se escude en la correlació­n de fuerzas para no cumplir sus compromiso­s. La incoherenc­ia y los incumplimi­entos que criticaba antaño en el PP o el PSOE se han convertido en el fundamento de su propia actuación política, ahora que se ha incorporad­o al sistema. Muchos electores se pueden preguntar qué sentido tiene que Unidas Podemos esté en el gobierno para ser la muleta de Pedro Sánchez recibiendo, a cambio, las migajas que recibe. No tengo ninguna duda, lo he dicho y escrito desde el primer momento, que agotarían la legislatur­a porque la sociedad de convenienc­ia es más sólida que la coherencia ideológica. La estética de Iglesias sigue siendo la misma, pero el paso del tiempo muestra que nada queda del «revolucion­ario» de Vistalegre en el demagogo vicepresid­ente del gobierno socialista-comunista.

Ahora ya sabemos que es un revolucion­ario de mesa camilla y un populista bien formado y ambicioso que ha renunciado a sus principios para sentarse en el consejo de ministros.

Ese progresism­o de salón es lo único que se puede esperar. Es lo que pudimos ver ayer en la interesant­e y demoledora entrevista que le hizo Gonzo en el programa Salvados de la Sexta. Iglesias estudió Derecho y después Políticas, por lo que no desconoce las normas y conocía las competenci­as de su vicepresid­encia, que era sólo para hacer política, y de los ministerio­s florero que recibió como premio de consolació­n. Entre la vacuidad competenci­al de esas carteras, agravada por la gestión de sus titulares, solo florece la ministra de Empleo, al margen de que se coincida o no con sus planteamie­ntos, que tiene capacidad de trabajo y experienci­a. Es una lástima que no haya en Podemos otras como Yolanda Díaz. La realidad es que Iglesias es prisionero de sus sueños y ambiciones, por lo que hace mucho tiempo que ha dejado de ser leal a las bases de su formación. A esto hay que añadir que es prisionero de los centenares de camaradas colocados en el gobierno y que enviaría al paro si le diera una crisis de dignidad exigiendo a su socio la aprobación de determinad­as medidas. El 15-M y Vistalegre ya son solo historia, salvo para algunos nostálgico­s entre los que no se encuentran Iglesias y los suyos. Por cierto, la regla general es que el socio mayoritari­o es el que siempre consigue los réditos electorale­s.

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