La Razón (Levante)

Estados Unidos ante los «viejos enemigos»

-

«Biden pidió escuchar a los adversario­s y derrotar a la mentira encarnada por Trump»

LaLa anómala manera de transferir la presidenci­a de Estados Unidos de Donald Trump a Joe Biden es el fiel reflejo de la situación que vive la democracia más antigua del mundo. Que quien ceda la titularida­d de la Casa Blanca no esté presente en el acto de transferen­cia ya indica que hay una ruptura, no sólo simbólica, que también, sino en el engarce de cualquier democracia: la aceptación de la victoria del adversario. El mensaje es tan rotundo que si el futuro tuviera que escribirse a partir de él, nada bueno depararía. Los sucesos del pasado día 6 con una turba de fanatizado­s seguidores de Trump asaltando el Capitolio ya mostraron al mundo que nada de lo que viniese a continuaci­ón –relevo y toma de posesión– iba a ser normal, pero entrar en una deriva catastrofi­sta no se correspond­e con la fortaleza de la democracia americana y de su sistema de contrapeso­s y control de poderes, como también hemos podido ver. Sin embargo, a nadie se le oculta que existe una división del país y que, por encima de programas de gobierno y las primeras medidas, es la peor herencia que puede recibir Biden: que anide un proyecto político fuera del sistema dirigido o bien por un Trump herido o por los poderosos gabinetes ideológico­s que le rodean y, sobre todo, por más de 70 millones de votantes. En su discurso, Biden no eludió el reto de «empezar de nuevo a escucharno­s mutuamente, de mostrarnos respeto», pero también de acabar con «esta guerra» encarnizad­a entre demócratas y republican­os que la era Trump ha abierto. No es una disputa menor, sino que son «viejos enemigos» de la democracia americana: Guerra de Secesión, Segunda Guerra Mundial y atentados del 11-S. La primera medida de Biden ha sido elnombrami­entodesugo­bierno,unequipoen­elquemuest­ralosprinc­ipios de los demócratas en contra de la especial versión republican­a de Trump: experienci­a en cargos públicos –las denostadas élites de Washington–, vinculados a la administra­ción Obama –que tanto debió a la irrupción del discurso populista–y correctísi­mos con paridad de género y racial. Biden ha querido evidenciar una ruptura absoluta con el trumpismo, al que considera una anomalía en el sistema político de Estados Unidos, aunque sabe bien que su espectacul­ar crecimient­o no se debe sólo al personaje que lo ha encarnado, sino a un malestar enquistado en la sociedad norteameri­cana que responde a hechos que afectan al bienestar de los que creen haber sido expulsados del proceso de globalizac­ión de la economía y, de paso, a la identidad nacional. Esa manera de entender EEUU y que Trump resumió con el lema «American first», quedó ayer diluida en las escalinata­s del Capitolio, aunque con el espectácul­o rutilante que tanto ciega la realidad. El mensaje de unidad lanzado por Biden deberá ir acompañado de mucha mano izquierda ante sus adversario­s. Es decir, escuchar a los otros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain