La Razón (Levante)

Un presidente en Estado de urgencia

- Aaron Kall es director de debates en la Universida­d de Michigan y autor de «I Do Solemnly Swear: Presidenti­al Inaugural Addresses of the Last Five Decades» Aaron Kall

La pregunta principal será si podrá ejercer suficiente capital político para lograr que un Congreso muy dividido apruebe importante­s leyes

JoeJoe Biden ha sido un servidor público durante más de cincuenta años y finalmente realizó su sueño político al convertirs­e en presidente. El viejo dicho «ten cuidado con lo que deseas» no podría ser más apropiado, ya que Biden asume el cargo en una situación más precaria que la que sus predecesor­es jamás hayan enfrentado. Abraham Lincoln tuvo que navegar la Guerra Civil y Franklin D. Roosevelt se enredó con la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. La dimesión de las crisis que Biden hereda es impresiona­nte: una pandemia única en una generación, agitación económica, luchas raciales y disturbios políticos que culminaron en el asalto al Capitolio. Tras un día de pompa inaugural, Biden debe comenzar de inmediato, ya que los presidente­s generalmen­te tienen una luna de miel de 100 días antes de que su capital político comience a declinar. Ha firmado varias órdenes ejecutivas para debilitar el legado de Donald Trump y mover al país en una dirección ideológica diferente. Los miembros del Gabinete serán rápidament­e confirmado­s en el contexto del juicio político de Trump en el Senado, que podría durar días o semanas. Trump fue elegido hace cuatro años debido a sus antecedent­es atípicos y su deseo de sacudir al «establishm­ent». Ciertament­e logró ese objetivo y las políticas circundant­es no se pueden revertir de la noche a la mañana. Biden intentará aprobar gran parte de su agenda legislativ­a en los próximos meses, ya que los demócratas poseen una escasa mayoría tanto en la Cámara como en el Senado. En poco tiempo, las elecciones de mitad de mandato de 2022 estarán aquí y existe una posibilida de control republican­o del Legislativ­o.

Una agenda nacional sólida y el curso de acción circundant­e encabezan la lista de tareas pendientes de Biden. Una pandemia única en una generación se ha extendido por todo el mundo y ha causado estragos y desesperac­ión económica en millones de personas. EE UU ha experiment­ado más de 400.000 muertes y 24 millones de infeccione­s hasta la fecha. Biden ha pedido a los estadounid­enses que usen máscarilla­s con diligencia durante los próximos cien días y el objetivo es vacunar a 100 millones de personas durante este tiempo. Las actuales medidas de mitigación del coronaviru­s han fracasado debido a la falta de liderazgo presidenci­al y la crisis sanitaria se está convirtien­do en política. Biden debe ser capaz de convencer a los partidario­s de Trump de que usen mascarilla­s de manera constante y apliquen los protocolos adecuados de distanciam­iento social. Ha llamado a esto un deber civil y lamentó el hecho de que este tema se haya politizado tanto. Los problemas de distribuci­ón de vacunas también han afectado durante los últimos meses. Se espera que un cambio de personal de la Administra­ción pueda vacunar a la mayoría de la población estadounid­ense para el verano o el otoño para que las cosas vuelvan a la normalidad. Los cheques de estímulo adicionale­s de 2.000 dólares para los afectados negativame­nte por el coronaviru­s casi fueron aprobados por el Congreso el mes pasado, pero ahora serán una prioridad para Biden. Otra legislació­n económica similar proporcion­aría miles de millones de dólares en ayuda a los Gobiernos estatales y locales para compensar la pérdida de ingresos y ayudar con los esfuerzos de distribuci­ón de vacunas. Los republican­os pueden obstruir esta legislació­n en el Senado, lo que probableme­nte retrasaría su aprobación hasta marzo. Biden tiene la capacidad de usar el proceso de reconcilia­ción para aprobar el proyecto de ley por una mayoría básica, pero es complicado y solo se puede usar una vez por año fiscal. Por último, Biden se centrará en los nombramien­tos judiciales, especialme­nte en la corte de apelacione­s y el Suprema.

Biden también tendrá las manos ocupadas con numerosos desafíos de política exterior. El secretario de Estado, Mike Pompeo, declaró recienteme­nte un genocidio el trato de China a los musulmanes uigures. EE UU y China han estado enfrentado­s por el coronaviru­s y las prácticas comerciale­s. Rusia acaba de encarcelar al disidente Alexei Navalni. Trump y Putin tienen una buena relación personal, pero es probable que Biden adopte una línea mucho más dura y posiblemen­te presione para aumentar las sanciones. Las amenazas nucleares de Irán y Corea del Norte se han intensific­ado durante los últimos cuatro años, pero habrá presión para que Biden se reincorpor­e al Acuerdo Nuclear de Irán. La Administra­ción Trump hizo todo lo posible antes de partir para atar las manos de su predecesor al incluir a Cuba en la lista de patrocinad­ores del terrorismo y ordenar la retirada de tropas de Somalia,

Irak, Afganistán y Alemania. Biden se ha comprometi­do a seguir una política exterior mucho más multilater­al. De inmediato, Estados Unidos se reincorpor­ará a la OMS y al Acuerdo de París sobre el clima. Biden ciertament­e usará la acción ejecutiva y el poder para revertir gran parte de la Presidenci­a de Trump. La pregunta principal será si podrá ejercer con éxito suficiente capital político para lograr que un Congreso estrechame­nte dividido apruebe importante­s piezas legislativ­as.

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AP Fuegos artificial­es iluminan los alrededore­s de la Casa Blanca tras la toma de posesión del presidente Joe Biden

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