«CON NUESTRA VIDA QUEREMOS ENSALZAR LA VUESTRA»
TeníaTenía Pablo Iglesias un añito y unos meses y apenas sabía hablar, tampoco leer, y vivía entre algodones en una familia próspera de profesionales liberales, cuando se produjo el asesinato de cinco abogados laboralistas por miembros miembros de la extrema derecha. Estaban vinculados al PCE y a CCOO. Fueron acribillados fríamente, entrada la noche del 24 de enero de 1977 en su despacho de la calle Atocha. Pero la imagen que se guardará para siempre, la que sigue emocionando por la severidad propia de unos años en que la excavadora de la historia estaba trabajando a destajo en España, es la del día 26, cuando el cortejo fúnebre recorrió las calles del centro de Madrid. Santiago Carrillo le aseguró a Adolfo Suárez que todo transcurriría en orden: bastó el silencio para mandar un mensaje clarísimo. Demostró que se podía confiar en un partido que se tragaba las lágrimas y levantaba el mentón. A los que querían gimotear y balbucear venganza les cerraron la boca. A Iglesias se la hubieran cerrado también, porque entonces la gente como él no era de fíar. Pero, claro, el no sabe ni por asomo qué fueron aquellos años, ni aquel día. No se lo puede ni imaginar porque su inteligencia política no es tanta como su ominipresencia parece. Sus carencias las suple con mensajes grandilocuentes, sin corazón. Ayer se subió a la Torre Tatlin y mandó un tuit que decía más de lo que realmente conoce: «Millares fueron asesinados, torturados y encarcelados por enfrentarse a una dictadura terrorista y defender la justicia social». Sencillamente, no sabe de lo que está hablando. ¿Dictadura terrorista? Valga la redundancia. Diría lo mismo de la revolución bolchevique, de la revolución cubana, de las aventuras del Che, como si fuera un niño aplicado leyendo el catecismo. La joven abogada Manuela Carmena, que trabajaba en el despacho de la calle Atocha, se salvó de milagro de la muerte. Ayer dijo: «Con nuestra vida queremos ensalzar la vuestra». La vida. Esa es la diferencia. No hay odio, no hay olvido.