La Razón (Levante)

La tercera vía de Conte: dimite pero aspira a formar Gobierno

El primer ministro italiano dimite, pero trata de formar un nuevo gobierno. El presidente Mattarella toma las riendas de la crisis, abre una ronda de contactos para dar el encargo de la composició­n del Ejecutivo

- Ismael Monzón- Roma

El último día en la oficina, Giuseppe Conte fue un fantasma. Su dimisión estaba cantada. Había convocado un Consejo de Ministros a primera hora de la mañana, en el que agradeció la colaboraci­ón a su equipo, y poco después acudió a su cita con el presidente de la República, Sergio Mattarella. En coche oficial, con las lunas tintadas. Sólo se le vio en las fotos institucio­nales que distribuye­ron los estamentos oficiales. Media hora de conversaci­ón sirvió para que Conte presentara su dimisión dimisión ante Mattarella e insistiera en su voluntad de formar un nuevo Gobierno. El tiempo juega en su contra, hoy comienza la ronda de negociacio­nes entre el jefe del Estado y los diferentes partidos. Los apoyos que le han faltado a Conte hasta ahora deben llegar en las próximas horas si quiere conservar el cargo. Analizada la situación, el presidente de la República tendrá la última palabra para conceder el encargo de poner en pie el Ejecutivo.

Mientras tanto, el primer ministro sigue en funciones para gestionar cuestiones ordinarias, entre las que se incluye el programa para gestionar los fondos de recuperaci­ón europeos, el asunto que más preocupa en Roma y Bruselas. Por eso, el llamamient­o de Conte sigue siendo el de los últimos días, conformar un grupo moderado y europeísta que ofrezca continuida­d al Ejecutivo. El gabinete contaba con la bendición de la UE y el propio Conte se había convertido en el político más popular de Italia. Pero ahora mismo sólo conserva el apoyo del partido que lo eligió, el Movimiento 5 Estrellas (M5E); los socialdemó­cratas del Partido Democrátic­o

(PD); y los más izquierdis­tas Libres e Iguales. El futuro, de momento, sigue pasando por los tránsfugas. Horas después de la dimisión de Conte, en la tarde de ayer, los rumores apuntaban a que estaba cerca la formación de un grupo en el Senado para darle su apoyo. Se trataría de una decena de senadores, procedente­s de otras fuerzas políticas, que serían suficiente­s para llegar a la ansiada mayoría. El encargado de filtrar la noticia era Gregorio De Falco, un prestigios­o oficial de la Marina que perteneció al M5E y se escindió del grupo. Con un Gobierno por formar, la oferta de trabajo es seductora. Pero nadie se fía de nadie. La crisis ha sumergido a Italia en un agujero negro en el que todo son murmullos, pactos, traiciones y sospechas. Si esta opera

Preocupa en Roma y en Bruselas que la crisis paralice la gestión de los fondos de recuperaci­ón en plena crisis sanitaria

ción falla, desde hace días la oficina de la Presidenci­a puso en marcha el botón de la amnesia para tratar de reconcilia­rse con Italia Viva, el nuevo partido de Matteo Renzi, quien originó esta crisis. Y, por si fuera poco, el flirteo es mutuo con Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, el grupo más moderado de la derecha en la oposición.

Conte juega a muchas bandas con tal de conservar el asiento. La vuelta con Renzi entrañaría casi una humillació­n, después de la marea de reproches que le ha soltado su ex aliado. Pero desde Italia Viva, que siempre mantuvo la puerta abierta a la negociació­n, señalan que «no habrá vetos» a nadie cuando el presidente Mattarella les pregunte a quién apoyarían como primer ministro. La estrategia con Berlusconi es todavía más enrevesada. Su partido forma parte de una coalición derechista, que acudirá unida a la

ronda de consultas con el jefe de Estado. El portavoz de Forza Italia, Antonio Tajani, recalca que «no hay posibilida­d de abandonar la alianza de centrodere­cha», pero al mismo tiempo se muestran favorables a un «Gobierno de unidad nacional». Más o menos es lo mismo a lo que apela Conte, que busca una mayoría más transversa­l. Forza Italia no apoyaría en bloque al primer ministro, pero quién sabe si algún senador puede desmarcars­e del partido para decantar la balanza. Berlusconi sueña con convertirs­e en el próximo presidente de la República y esa oferta podría ir firmada en cualquier folio a cambio de sostener el Gobierno.

Todas estas son las posibilida­des de Conte para continuar. No son pocas, pero sí complejas. Si nada sale, entonces se activaría el plan B. Los partidos que han respaldado al primer ministro podrían sacrificar­le y buscar un

nuevo candidato al cargo. Sería la jugada maestra para Matteo Renzi, que conseguirí­a moverle la silla a Conte y mantener a su partido en el Gobierno. Sin embargo, crearía una división profunda en el M5E, donde no soportan a Renzi, por lo que la ecuación sería complicada.

Con ese debate abierto se empezaría a hablar de un Gobierno técnico, comandado por una figura de alto prestigio institucio­nal, que podría guiar al país en la gestión de la pandemia y de la recepción de los fondos europeos. Pero lo que de verdad quiere la derecha en la oposición es que ese gabinete de carácter tecnócrata conduzca al país a unas elecciones anticipada­s en las que todos los sondeos le otorgan el cartel de favorito a los conservado­res. Éste sería el último de los escenarios posibles, pero abierta la puerta del laberinto, nadie descarta nada.

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El primer ministro Giuseppe Conte en su oficina en el Palacio Chigi, ayer, antes de presentar su dimisión
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