La Razón (Levante)

El Gobierno se olvida de la pandemia

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«Tras la salida de Illa, Iceta se hará cargo de la agenda catalana en el Ejecutivo»

PodríaPodr­ía llegar a entenderse que el cese del ministro de Sanidad, Salvador Illa, se produjese para dar el impulso, capacidad de gestión y liderazgo para coordinar a las comunidade­s autónomas que la nueva ola del coronaviru­s necesita, pero que se haga por meros cálculos electorali­stas tras haber fabricado a un candidato aprovechan­do sus sobrexposi­ción mediática para competir por la presidenci­a de la Generalita­t, da muestra de la concepción política de Pedro Sánchez. A partir de ahí, todo es posible. Que le sustituya Carolina Darias es irrelevant­e, aunque no así que sea Miquel Iceta, líder de los socialista­s catalanes, el que actualizó la España federal con ocho naciones, quien se haga cargo del ministerio de Política Territoria­l y, a la postre, de ser el referente para los independen­tistas y los indultos a los acusados por sedición, tema que muñe con fruición Pablo Iglesias. Estamos ante una crisis de Gobierno que nada tiene que ver con la pandemia e, incluso, que quiere retirar el foco de ella. Es una estrategia que La Moncloa está desarrolla­ndo desde el principio del coronaviru­s. Cuando Illa fue nombrado ministro de Sanidad, todavía no se había declarado la pandemia, a pesar de que días antes de la toma de posesión, el 13 de enero de 2020, la OMS anunció que había recibido de China las secuencias genéticas del nuevo coronaviru­s. Pero la misión de Illa no era controlar esta pandemia y poner los medios para que no llegase a España, sino hacerse cargo de un departamen­to sin apenas competenci­as, lo que le permitiría coordinar, en tanto que ministro representa­nte de los socialista­s catalanes, las negociacio­nes en aquella «mesa de diálogo» con los partidos independen­tistas, que el tiempo ha envejecido: el indulto a los secesionis­tas del 1-O es un hecho. Era evidente que no era la persona indicada para estar al frente de Sanidad, pese a su talante moderado y dialogante, pero Sánchez encontró el «relato» que le haría superar esta crisis: cómo evitar el desgaste para el Gobierno. De esta manera, el perfil de Illa fue útil para derivar toda la responsabi­lidad de su departamen­to hacia las comunidade­s autónomas, y especialme­nte a la Comunidad de Madrid: la bochornosa campaña contra el Hospital Isabel Zendal ha sido el mejor ejemplo. En definitiva, cuando el Gobierno estaba preparando esta irresponsa­ble estrategia, Illa ya sabía que su objetivo era dar forma a su perfil de candidato para la Generalita­t. Desde ese punto de vista, es lógico que no haya tenido que dar cuenta en sede parlamenta­ria de su gestión porque en estricta formalidad democrátic­a era obligada su comparecen­cia. Illa llega a Cataluña como única opción con posibilida­des del constituci­onalismo, aunque tiene el riesgo de haberse fraguado en una crisis sanitaria que, pese al empeño de Moncloa, no es exitosa. Una crisis de Gobierno que no fortalece la lucha contra la pandemia.

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