Biden persigue la igualdad racial para cerrar la herida de Floyd
Promueve reformas como la del sistema penal para lograr «esa unión más perfecta»
Biden alcanzó la presidencia con un mensaje de unión en la diversidad y de superación de los enconos partidistas. Ninguno más virulento que el derivado de las viejas cuitas raciales, pecado original desde la fundación de la República, leit motiv de la lucha por los derechos civiles y, desde 2020, origen de una sucesión de conflictos callejeros que arrancan con el asesinato de Breonna Taylor y George Floyd. Finalmente, ahora que Biden tiene el camino del Senado despejado para sus nombramientos, puede transformar sus promesas en órdenes ejecutivas.
Delante de la nación, en una comparecencia desde Washington, Biden aseguró que avanzar en la igualdad debe ser la prioridad del gobierno. Habló de racismo sistémico y dijo que es costoso y corrosivo, no sólo inmoral sino un lastre para el progreso, incluso económico. Las reformas alcanzan la reforma del sistema penal, incluida la decisión de que el gobierno federal no renueve ningún contrato con las cárceles privadas, que conocieron un auge en los últimos años. Se trata de una vieja reivindicación de los activistas para la reforma del sistema penal. «Estados Unidos nunca ha cumplido su promesa fundamental de igualdad para todos», había dicho horas antes Biden, pero nunca hemos dejado de intentarlo. «Hoy, tomaré medidas para promover la equidad racial y acercarnos a esa unión más perfecta que siempre nos hemos esforzado por ser».
El presidente también firmó una orden ejecutiva destinada a intentar mejorar el acceso de las minorías a la vivienda, así como dos medidas para reforzar la colaboración del gobierno federal con las naciones indias, fuertemente castigadas durante la pandemia del coronavirus, así como para combatir el racismo contra los ciudadanos de origen asiático, multiplicado desde que el SARSCoV-2 apareció por vez primera en la ciudad china de Wuhan.
Todas estas acciones, y otras que llegarán en los próximos días,
Firma una orden ejecutiva para mejorar el acceso de las minorías a la vivienda y reforzar la relación con las entidades indias
comparten la narrativa de una nación traumatizada con los abusos contra los ciudadanos de color, exacerbados por el goteo de casos de violencia policial, así como las disparidades en los tribunales de justicia. Las reclamaciones para que el Gobierno de Joe Biden actúe conocieron nuevos niveles de urgencia después de contemplar imágenes tan inquietantes como las de los asaltantes del Capitolio, el pasado 6 de enero, vestidos con banderas confederadas o sudaderas de Auswitch. Al mismo tiempo Biden necesita despejar las acusaciones de parcialidad y negligencia que afrontan los demócratas tras los disturbios raciales de 2020, multiplicadas por las peticiones, por parte del activismo más militante, para ahogar económicamente a la policía. Se trata, por tanto, del segundo capítulo de una acción de gobierno que no agota aquí sus resoluciones. Hace una semana el presidente ya había firmado una orden que obliga a todos los órganos del gobierno federal a situar la igualdad racial como uno de los propulsores de todo su trabajo. Algo que, más allá de la carga retórica, podrá trasladarse a nuevas políticas de la llamada discriminación positiva. En opinión de Biden es necesario que las agencias federales promuevan «la equidad para todos, incluidas las personas de color y otras personas históricamente desatendidas y marginadas».De todas las medidas adoptadas la más discutible puede ser la abolición de la llamada Comisión de 1776, instituida por Trump, y que con mejor o peor fortuna ponía en cuestión algunos de los dogmas y lemas de los activistas de la identidad. Biden justificó la medida porque la Comisión era «dañina» y porque enfatiza «la ignorancia y las mentiras». Es posible. Pero no es menos cierto que parte del argumentario de Black Lives Matter y otros bebe de fuentes igualmente iliberales, haciendo de un programa ideológico poco menos que un currículum académico que no puede discutirse bajo el riesgo de anatema. Respecto a los abusos policiales, combustible de las protestas, lo cierto es que apenas existen estudios académicos que relacionen el presunto sesgo racista de los agentes con las muertes.