Si hay alguien que no conoce la crisis, ese es Botticelli
Sotheby’s Nueva York subastará mañana un retrato del artista por nada menos que 80 millones de euros
ElEl mundo de la cultura siempre ha sido un territorio de contrastes. Y, en tiempos de crisis como los que vivimos, esos contrastes se acentúan más si cabe. Coincidiendo con la publicación de un informe, por parte de la Unión Europea, en el que se reflejan unas pérdidas del 90% en los sectores de las artes escénicas y de la música durante 2020, y cuando el sector de las galerías reporta una disminución de ingresos de casi un 60% desde el inicio de la pandemia, la prestigiosa Sotheby’s anuncia para mañana la subasta del retrato «Joven sujetando un medallón», de Sandro Botticcelli (1445-1510) . Según las previsiones de los expertos, el retrato podría alcanzar un precio de remate de 80 millones de euros.
Desde luego, cuando la realidad de la crisis y de la quiebra de gran parte del sector cultural se pone en relación con el coleccionismo de siete y ocho cifras de las grandes casas de subastas, la conclusión es que nos encontramos ante dimensiones diferentes y alejadas, que nada tienen que ver entre sí. De un lado, está la catastrófica situación del «arte real»; de otra, la ficción exclusivista del comerciodelujo.El«universoSotheby’s» pertenece, evidentemente, a esta segunda vertiente.
Para comprender la mareante cifra en la que se espera cerrar la venta de esta obra de Botticcelli, resulta necesario examinar varios factores. El primero de ellos es el relativo al reducido mercado del arte antiguo. Desde la década de los 80, la mayor parte de la facturación de Sotheby’s y Christie’s proviene de la venta de arte del siglo XIX, moderno y contemporáneo. Sin embargo, a partir del «efecto Salvator Mundi» –la pintura de Leonardo subastada en 400 millones–, la consideración del arte antiguo en el ámbito de las subastas varió. El umbral de precios ha crecido exponencialmente, lo cual explica que los coleccionistas privados hayan decidido desprenderse de un paa trimonio tan valioso y exclusivo. En este caso, ha sido la familia del magnate norteamericano Sheldon Solow la que ha dispuesto poner en venta una de las principales joyas de su apabullante colección. Asimismo, dentro del arte antiguo, las obras de los grandes maestros del Renacimiento resultan –por su escasez– todavía más codiciadas que las de otros periodos. Y si, además, el lote a subastar pertenece nada más y nada menos que Sandro Botticelli –el pintor con mayor impacto en el imaginario colectivo del Quattrocento, y del cual apenas si han sobrevivido una decena de retratos–, el sentimiento agonístico con el que juegan las casas de subastas, ese «ahora o nunca» que eleva la adrenalina de los pujadores, hace subir como la espuma el precio de remate. Y no olvidemos, finalmente, el «factor crisis». El mejor precio pagado por una obra de Botticelli fueron los 10,5 millones en los que se cerró, en 2018, la venta de su «Madonna y el niño con San Juan Bautista». En solo dos años, la cotización del genio italiano se ha multiplicado por ocho. ¿Cómo es posible que esto suceda durante la zozobra económica de la pandemia? Es fácil de comprender: en tiempo de crisis, el lujo multiplica su precio. Se compra poco, pero las inversiones se realizan en valores seguros. Y Botticelli, qué duda cabe, es un valor que nunca va a decaer.